Quién no ha escuchado aquello de que si me necesitas ahí estaré
Quién no ha recibido la promesa de que siempre encontrarás ese oído
que escuchará las angustias
Quién no ha comprobado que cuando se necesita
nadie responde
nadie está para escuchar ni para enjugar esa pena que lacera las entrañas y no tiene fin
Quién no ha mirado en noches de angustia un muro blanco encalado sin respuestas ni un guiño cómplice que te mire con ternura
Sin una caricia que entibie la ansiedad que cubra el pánico de no ser
Quién no ha sentido que los años han pasado sobre las venas
los huesos y la piel
Quién no ha sentido que todo se ha va convirtiendo en pasado en recuerdo y en olvido
Es posible que las gentes solo escuchen los gritos que brotan de sus entrañas
y no puedan atender los alaridos de los otros
Es posible que no exista la empatía
y se llore porque no hay quién acepte abrazar
mostrar debilidad en este mundo apocalíptico
donde el espanto y la huida se han enamorado
y no escuchan entre la pasión que enceguece sus sentidos
Es posible que todos queramos huir con nuestros fantasmas
no escuchar los terrores y pesadillas del entorno
correr por los senderos apenas vislumbrados
cubriéndose los oídos borrar el miedo que atenaza
la piel de los que lloran sin lágrimas ni gritos
que callan lamentos y duermen sobre llagas
supuran hiel y sangran entre sábanas de seda
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