De niña miraba con envidia los juegos maravillosos de los niños hombres, vestida con mi delantal blanco almidonado, amarrado con un gran lazo a mi espalda, me aburría jugar con muñecas, salvo para imaginar historias increíbles donde ellas eran arqueras en el bosque navegantes de lejanos e ignotos mares, aventureras de la selva que blandían machetes para abrirse paso en medio de la espesura, jefas indias que guiaban a sus tropas, pero no podía ensuciar mi blanco delantal
Conducía entonces, arriesgando un reto, a mis hermanos y a mis primos en aventuras bajo el bosque de eucaliptus que sombreaba el camino de la quinta a construir rucas con las ramas y fogatas con la yesca del camino. Sacrificábamos lagartijas atrapadas usando corihuela como lazo y practicando la paciencia...
De adolescente me costó reconciliarme con la peregrina idea de que no era posible cambiar de sexo y debía resignarme a ser mujer y acatar mi destino de sometimiento e ignorancia, con un futuro esperado como esposa y madre y, entonces me viré hacia dentro, me escondí detrás de los libros y me aislé de mis amigos...
Afortunadamente, a poco andar descubrí que era posible, difícil, pero no imposible, cambiar el destino escrito por los siglos y elegir ser feminista allá por los 70 cuando se quemaban sostenes y nos atrevimos en masa a entrar a la universidad ...elegí ser rebelde...y andar un camino propio.
Tuvo un costo mayor al que esperaba porque era joven y soñadora y no pensé cuán lejos de lo conocido me adentraba, pero también tuvo satisfacciones que no cambiaría por ninguna de las cosas perdidas. Nunca fui una feminista militante aunque mis amigos y familia me tildaron de tal. Siempre luché y sigo peleando por una mayor equidad entre hombres y mujeres así como creo que se necesita mayor equidad entre ricos y pobres. Me carga la palabra vulnerable porque si la uso para calificar así a los pobres, debería denominar a los ricos como invulnerables y no estaría tan errada, porque en este país los poderosos son invulnerables y a los pobres se les vulneran todos sus derechos.
Hoy sueño nuevamente o quizás porque mis sueños solo hibernan de vez en cuando para despertar renovados y resilientes... convencidos que un mundo más justo es posible ... un mundo con menos odio, es necesario; un mundo más respetuoso de la naturaleza, que empatice con la diferencia, que decida amar a la especie... es factible... y escribir es mi camino.
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