Corría los años 70 en la Caleta de Los Vilos fue uno de los veranos más calurosos que se tenga memoria y en la mesa central de venta de pescados habían 7 vendedores y entre ellos uno que llegaba siempre con la inmensa caña del fin de semana. Le decían el vampiro ya que le gustaba el puro vino tinto. el vampiro tenía la costumbre de llevar una botella de agua mineral para pasar la sed y la caña, al llegar se tomaba la mitad y la otra mitad la dejaba para después ya que se iba a los botes para descargar los pescados que traían y ponerlos a la ventas. Mientras que él estaba ocupado en su faena sus compañeros idearon un plan para jugarle una gran broma. Se tomaron toda el agua mineral y la llenaron con agua de mar hasta el nivel donde lo había dejado la víctima. Todos los vendedores estaban expectante para cuando llegara el vampiro a beber su apreciado tesoro. Pero de un rato para otro nadie se percató de la tía Mela, otra vendedora que no estaba al tanto de la vil broma y con la calor que hacía, se tentó con el agua mineral sabiendo a quien pertenecía y la tomó en alto y sin que los demás tuvieran tiempo de avisarle, ella se empinó el agua hasta el fondo. Sólo vieron con pánico como salía espuma de la boca y la pobre escupiendo el agua de mar por todos lados y con gran rabia diciendo- ¿cómo este viejo de mierda puede tomar agua desvanecida?-
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