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Foto del escritorFacundo Miró

El mejor amigo del perro

Terminé decepcionado de la humanidad y tomé la opción de vivir en la calle para siempre, en donde nadie me dañaría ni yo a ellos. llevaba varios años yendo y viniendo y viendo como siempre, el egoísmo de la gente, más, me hacía feliz de estar en la calle a pesar de toda la escasez que se vive. Un día en una mañana muy fría siento que me están lengüeteando la cara y al despertar era un perrito chico de un año casi desnutrido, lo acaricie y lo cubrí con mi corcha vieja y el seguía lengüeteando la cara y quedó bautizado como Besote. Por fin nunca más me volví a sentir sólo, donde yo iba él iba y siempre buscaba comida para él primero. El Besote engordo y se puso un perro muy bello, más de una vez me defendió en alguna riña callejera. Buscaba siempre en la basura de los restaurantes las mejores presas para mi Besote y después para mí. En nuestros días de descanso le hablaba al Besote de literatura, geografía e historia, y de cuando fui maestro en los colegios, él siempre mirándome atentamente, así como dando a entender que me comprendía. Un día, cruzando la calle me lo atropellaron y le fracturaron las piernas de atrás. Fue la primera vez en todos eso años que maldije mi pobreza ya que no tenía un veinte para llevarlo a la veterinaria. Lo entablillé como pude y le hice un carro para llevarlo conmigo a todas partes. El Besote sufrió muchos días y yo le hablaba y lo acariciaba como siempre lo hacía, hasta que un día cerró los ojos para siempre. Arrastré el carro hasta un lugar bonito donde enterrarlo y decir mis últimas palabras de agradecimiento por los 11 años que me acompañó. Pensé, cuando yo muera no tendré quien diga unas palabras para mí. El Besote se fue con honra y amor.



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