Qué placer tan grande caminar sobre la arena blanca que se introduce entre los dedos de mis pies desnudos, con mis sandalias en la mano. Son las siete de la tarde y mis amigas cubanas y yo, nos encaminamos hacia la fiesta que se realiza todas las tardes en los jardines del hotel de Varadero, ya estamos cerca, estamos escuchando la salsa que nunca falta y que nos hace mecernos cadenciosamente sobre la arena.
Una semana atrás yo había llegado a La Habana buscando consuelo debido a un tremendo fracaso amoroso que me había dejado completamente abatida. Mi amiga Mireya, vivía hace muchos años allí, estudió arquitectura y decidió quedarse, para reactivar la remodelación de las maravillas de la Habana Vieja, que estaba bastante a mal traer, ella me había reconfortado lo más que pudo y tuvo la gran idea de enviarme a Varadero un par de días, a casa de unas compañeras de universidad que eran muy cariñosas y que de seguro me sacarían toda la tristeza que llevaba dentro, con su alegría desbordante. No cabía la menor duda, las chicas eran realmente las personas más alegres y simpáticas que yo había conocido. Me acogieron con simpatía y después de oir mi historia de amor, me dijeron, “conocerás un cubano y el otro pasará a la historia” En ese momento mi intención era no conocer a nadie.
Llegamos a los jardines del hotel, ya estaban bailando algunas parejas al son de una música que no podía pasar desapercibida. Éramos jóvenes y bellas, hacíamos un bonito trio de colores, ellas muy bronceadas, de cabello ensortijado y yo muy pálida de cabello castaño liso.
Al entrar, vi a tres jóvenes tendidos en el césped con un vaso en la mano. Una de mis amigas conocía a uno de los chicos, todo fue muy rápido entre las presentaciones y los saludos, nos sentamos junto a ellos a tratar de conversar, pero la música era tan fuerte que lo más difícil era justamente eso, conversar. Bailamos al ritmo del son, de la salsa y también cantamos. Bebimos mucha cerveza, se me olvidó que estaba triste..
Alguien propuso ir a nadar, que era cosa de dar unos pasos hacia el mar, que el agua estaría calientita. Yo no llevaba puesto mi bikini y parece que mis amigas tampoco, cosa que no les molestó en absoluto. Los jóvenes se iban sacando la ropa poco a poco, eso pude percibir con la poca luz que quedaba del dia. No alcancé a preguntarme cómo sería bañarse sin ropa, de noche, con luna, con personas que apenas había conocido, cuando ya estaba dentro del agua, completamente desnuda. Todo estaba bien mientras estuviéramos dentro del agua. Una de mis recientes amigas, salió del agua seguida de uno de los jóvenes,. Cuando vi que se abrazaron, sentí pudor y me obligué a salir del agua mirando para todos lados y tratando de taparme, qué?
Me vestí rápidamente encima de mi cuerpo mojado que no me importó, y empecé a caminar hacia la casa de mis amigas, que por fortuna estaba muy cerca. Mirando siempre para todos lados pensando en que uno de los muchachos me perseguiría. Pero, nadie me siguió.
Nunca más volví a ver a los jóvenes , no alcancé a saber el nombre de ninguno de ellos, mi única referencia es que los tres eran oficiales de la armada que estaban en su dia libre, tampoco vi a las chicas, en la mañana siguiente muy temprano, tomé el bus que me regresaría a la Habana
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