Que la muerte sea un derecho indudable
que nadie la pueda falsear
que la vendan en las esquinas de piedra
en los buses apretados
en medio de la ciudad
Que esté donde se comparte la orina
en el sudor insoportable de plazas antiguas donde el frío es olvidado
Que la muerte esté en las oficinas de abogados donde a nadie le interese el dolor
que aparezca rotulada en su envoltorio
con instrucciones de idioma
a la hora del té
incluso después de comer
Que la regalen en los descansos de maternidad que la muerte sea un derecho inmemorable
que ignore los tiempos
lo que salga en televisión
lo que nunca nadie conoció
Que sea fácil como el aire
cuando por descuido
la tengamos que respirar
Que la muerte sea una bandera inmensa
flameando en el viento
que todos la miren desde lejos
reconociendo
que ella vino a reinar
¡Que se inclinen ciegamente al pasar!
Dibujará las ventanas amargas de los viejos borrará cuadernos inocentes
de niños sin edad
Será un derecho firmado con sangre
su marca
la tendremos que pagar
El suicidio tendrá ofertas decorosas
para diferentes niveles
y tantas conciencias al azar
También el asesinato tendrá pasaporte
un asiento preferente
en vía local
La muerte tendrá sabores en la comida
aún en el hambre no faltará
Dulce
amargo o salado da igual
estará la muerte en la sal
Inyectada con una jeringa
una pastilla que facilite la ansiedad
La muerte rodará por la piel
al hacer ejercicio
crecerá
y todos se alegraran en un abril florecer ¡La muerte será un derecho después de nacer!
La muerte es número incalculable
pero también es un verso imposible de leer Todos están confundidos
Como hoy
como ayer…
“Porque buscaran la muerte
y la muerte huirá de ellos”
(Apocalipsis 9: 6)