A LILITH
Pedazos de carne vuelan por los cielos,
los vidrios estampados de tus miradas,
yacen rotos,
las astillas de la vieja ventana de nuestra habitación,
quedarán tatuadas en mi piel,
es el verbo el asesino del cordero,
es el cordero la victima eterna del pecado,
ese pecado que me obliga a arrastrar este cuerpo.
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