Dueña de un repertorio nutrido de fuentes tan diversas como el tango, el mambo y la canción melódica italiana y francesa, Cecilia Pantoja fue la más grande cantante local de la Nueva Ola y tal vez la única cantante que no copió descaradamente a los referentes de la música estadounidense que eran imitados a destajo en los diversos países sudamericanos en donde había "Nueva Ola", de ahí su apodo de "La incomparable", simplemente porque efectivamente lo era.
Nunca antes una artista chilena había cantado de esa forma ni se había presentado con pelo corto, pantalones con cierre y trajes brillantes, nunca antes alguien había exhibido esos gestos y ademanes tan atrevidos y arrogantes como su característico beso de taquito, el que fue sugerido de "mejor no hacer" en la edición de 1965 del incipiente Festival de Viña del mar, certamen que venció con un tema en italiano llamado "Como una ola", uno de sus más célebres hits junto con "Baño de mar a medianoche", "Puré de papas", "Dilo calladito" o "Aleluya", su versión de "Gracias a la vida" de según ella su amiga Violeta Parra es de antología.
Algo sucedió, quizás simplemente se alejó o la alejaron pero durante los 70s y 80s su figura se diluyó en la oscuridad y no se le vió más en la TV, no se supo mucho de ella, rozó el under, hubo quien pensó que podía estar muerta, loca, sumida en alguna adicción, lo que se sabe más o menos documentado es de que durante esos años, vivió en Arica y cantó en boites y bares que distaban mucho de los grandes escenarios de otrora, pero se transformó en una cantante de culto a partir de los 90s con la irrupción de lo "Kitsh" y volvió a la notoriedad de todos, ya casi con la grandeza de una catedral de la música popular chilena, tan gigante como su leyenda.
Hoy a sus 76 años y en medio de la contingencia pandémica, evita al máximo las salidas para no exponerse al contagio.
Hace poco contó en una entrevista que le hizo un diario de circulación nacional sin perder el humor, encerrada en su casa, donde mata el tiempo tocando guitarra : “Estoy impactada. Que el mundo entero esté así es tenebroso”, “para los artistas el problema es lo económico, muchos se ganan sus chauchas actuando y los ahorros se van en comida y remedios. Me apena mucho lo que está pasando pero los chiquillos músicos tienen que tener fe porque vamos a salir adelante”.
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