Este 15 de agosto se cumplen 57 años desde esa calurosa, caótica, eléctrica y documentada actuación de Los Beatles en el Shea Stadium de Nueva York, el primer concierto en un estadio.
Esa noche del 15 de agosto de 1965, marcaría un antes y un después en cuanto a lo que significa un recital, tanto desde el punto de vista técnico como de la relación del artista con la audiencia.
Si bien antes ya artistas como Sinatra o Elvis habían dado recitales en sitios abiertos al aire libre, hasta esa época los conciertos solían darse en teatros y auditorios, pero en 1965 la beatlemania estaba en su cenit y la gira norteamericana de agosto de 1965 fue el momento preciso para romper paradigmas.
Los Beatles que ya a esa altura del partido fumaban marihuana y acababan de lanzar su 5to album "Help!" que venía acompañado de la 2da película hecha por el cuarteto, con el mismo nombre, esta vez en colores, llegaron a Nueva York el 13 de agosto y se dirigieron al estudio de Ed Sullivan, legendario conductor de TV estadounidense quien los lanzó a la fama mundial en su show en febrero de 1964. Grabaron un programa y se volvieron al hotel. Ed Sullivan sería quien los presentaría en el debut de esa gira. Ante la desmedida demanda, los promotores habían puesto a la venta 55.000 entradas y se agotaron en breve. No para varios recitales sino para uno. ¿Dónde podrían meterse 55.000 personas de público en un concierto? ¿Qué sala o teatro tenía esa capacidad ? No existía. Entonces en un acto de imaginación, de arriesgar y de tirarse a la piscina, Brian Epstein, manager de la banda y Sid Bernstein, promotor de la gira, decidieron organizar el recital en un estadio de béisbol: el Shea Stadium, hogar de los New York Mets.
Económicamente fue un éxito, pero musicalmente, aquello era literalmente un chiste. Para empezar, llegaron al estadio en un helicóptero y con un camión blindado dispuesto en la cancha muy cerca de las graderias repletas desde varias horas antes para poder salir una vez finalizado el concierto, las gradas fueron por seguridad el único lugar habilitado para el público. Para una banda acostumbrada al ruido y a los gritos y la euforia aquello era mucho, Lennon lo recordaba como el sonido de un millón de gaviotas gritando al mismo tiempo y con eco.
A las 21:10 luego de la presentación de Ed Sullivan, Los Beatles suben sonrientes sobre la tarima del escenario colocado en medio de la cancha, empezaron con “Twist and shout”, pero pronto se dieron cuenta de que no se oían ni a sí mismos.
En esa época los amplificadores eran normalmente de 30 watts y estaban preparados para teatros relativamente pequeños. Vox les fabricó unos de 100 watts, pero ni con eso era posible ser audibles en las gradas, así que no quedó más remedio que conectar todo el sonido a las columnas de megáfonos propias del estadio, pero ese sistema estaba hecho para anunciar quién bateaba y a los patrocinadores. Meter tres voces, una batería, dos guitarras, un bajo e incluso un teclado, todo a la vez por una sola línea, era sencillamente una locura.
El problema es que a nadie le importó. “Creo que no venían a escucharnos, solo venían a vernos”, "Podríamos haber puesto a 4 imitadores, moviéndose y el público no se hubiese dado ni cuenta..." dirían posteriormente. Muy profesionalmente, los Beatles tocaron el set de 12 canciones y en la última, 'I'm down" Lennon se dió el lujo incluso de hasta tocar el órgano con los codos. Aquello fue el inicio de una época: la época de los conciertos en los grandes estadios a cielo abierto. También fue el final de otra: la Beatlemanía.
Ed Sullivan produjo un documental de ese concierto, con 14 cámaras, desde el momento en que salen del hotel, la euforia, ka previa, desde que llegan al estadio en helicóptero y se preparan en los camarines, se estrenó al año sgte y tuvo que buena parte del material sonoro arreglarse o lisa y llanamente grabarse otra vez en un estudio de grabación, es un testimonio invaluable del siglo XX y esta completo en Youtube para que lo busquen.
Fue el fin de la Beatlemania porque ya no era divertido, pronto empezarían a experimentar dentro del estudio creando cosas que no podían emular en vivo y en directo, mucho menos en esas condiciones. Un año después en medio de la polémica por las declaraciones de Lennon sobre Jesús y las amenazas del Ku Klux Klan, Los Beatles ofrecerían en San Francisco el 29 de agosto de 1966 su último concierto frente a una audiencia que previamente había pagado su entrada, se transformarían de ahí en adelante en una banda de estudio y nos regalarían joyas invaluables, pero para muchos historiadores de la banda, incluído el mismo Lennon, ese sería el comienzo del fin.
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