Autora de una obra con elementos de la antipoesía y de la poesía de los lares, inició su extensa trayectoria literaria siendo apenas una adolescente. Elogiada por su gran poder descriptivo y profundidad expresiva, su escritura celebra la naturaleza y la sabiduría popular del campo chileno.
Delia Domínguez es considerada una de las figuras más relevantes de la poesía chilena, hecho que es corroborado en las numerosas antologías que incluyen sus obras; además se presenta como una de las autoras más sobresalientes de la Generación Literaria de 1950, a la cual perteneció. Nació el 11 de agosto de 1931 en la ciudad de Osorno y comenzó en el oficio de la escritura -principalmente impulsada por la muerte de su madre- a la edad de 10 años. A esta misma edad ganó un concurso en el que participaban todos los colegios de Chile, con su trabajo La uva, por el cual recibió el estímulo de Ricardo Latcham y Nathanael Yánez Silva. Sus estudios universitarios, la llevaron a graduarse en 1949 como bachiller en letras, tras lo cual ingresó a la Escuela de Leyes de la Universidad de Chile, llegando sólo hasta el tercer año.
En 1955, publicó su primer libro de poemas Simbólico retorno. Su labor como poeta no excluyó otros géneros de la producción literaria; muchas de sus crónicas fueron publicadas en la revista Paula, en la cual también se desempeñó como jefa de redacción y crítica literaria. Por otra parte, publicó en varias ocasiones poemas inéditos en las revistas Orfeo y En Viaje. Nuevas muestras de su versatilidad se evidenciaron en su trabajo como conductora en algunos programas televisivos de arte para el canal 9 de la Universidad de Chile y su desempeño como panelista en el programa Carretera Cultural de la radio Chilena.
Otro rasgo a destacar en torno a la figura de Delia Domínguez fue su participación en importantes espacios de las letras nacionales. Se desempeñó como directora de la Sociedad de Escritores de Chile y como directora de la Revista Alerce, órgano de difusión de la misma institución.
El 25 de mayo de 1992, pasó a ocupar el 4° sillón de la Academia Chilena de la Lengua, ocasión en la cual leyó su discurso de incorporación, "Señales de una Poesía Mestiza en el Paralelo 40° Sur". Ese mismo año, según el decreto 2.704, con fecha 17 de octubre de 1992, fue declarada hija ilustre de la ciudad de Osorno. Recibió el Premio Municipal Pedro de Oña y el Premio Consejo Nacional del Libro, ambos en 1996. Asimismo fue integrante de numerosos jurados literarios como el Premio Pablo Neruda, Consejo Nacional del Libro, Premio Academia Chilena de la Lengua, Premios Municipales de Santiago, Premio Alerce de la SECH, entre otros.
Su obra poética, según propuso Juan Villegas, correspondería a una fusión entre la antipoesía y la poesía de los lares, cuyo matiz diferenciador está dado por la ausencia y la amargura de la antipoesía y la magnificación del espacio campesino, en el caso de la poesía lárica. Desde otro punto de vista, Teresa Calderón, se refiere a su obra La gallina castellana y otros huevos, como actualización de la metáfora del campo como reflejo del mundo y del gallinero como la casa en la que vivimos.
Abre los ojos/Cierra los ojos (Acto de magia)
O sea, entrecierra las vistas
parada-sentada 100 años
como abuela huilliche atizando la llama.
Así el color de la memoria
será un retrato desvaído de la in-memoria,
un borrón afiebrado
un cuento
de revoltura entre vivientes y finados
tu cuento.
Por eso, abre los ojos / cierra los ojos
vuélvete mágica
que
entre lo que veas y lo que no veas
puede estar el sentido de esta iluminación, o sea,
tú ahí, parada sentada con una costura en la boca,
sabia y hermosa como las abuelas huilliches.
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