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Georgina Odi

Es economista, escritora e ilustradora. Mexicana, residente en Chile, desde hace casi cuarenta años. Trabajó como coordinadora del Voluntariado del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago. Pertenece a la Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile (SECH). a la Academia Chilena de Literatura Infantil-Juvenil (ACHLI); a PEN Chile y al equipo editorial de Colliguay Ediciones. Ha publicado algunos libros infantiles como “La casa de la niña del aro”, “El mundo de Posada” y “Catita la gatita canadiense”. El libro “Pepita y las palabras”. Aprendiendo a vivir en Chile y ha participado en varias antologías. Actualmente, es directora de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile (SECH).



"SIN TI, MI CAMA ES ANCHA"


Sin ti, mi cama es ancha. Caben flores exquisitas, con sus colores de belleza desplegada. Cabe la fauna, con la ternura, valentía, caprichosa existencia. Caben mis hijos, cúmulo de sentimientos: anhelos, desengaños, frustraciones, pretensiones, esperanzas y después de esto… aún queda espacio.

Los seres vivos son mi debilidad. Proveo de alimentos, calor, bienestar, además del entorno alegre y hermoso para satisfacer el alma.

Solo espero una retribución. La traición ha hecho mella en mis entrañas. Me han vejado, explotado, maltratado. Aun así, los amo y espero que las futuras generaciones recompensen lo que han hecho conmigo, porque soy vida, sustento y bienestar, ¡soy amor! Por todo eso, sin ti, querida humanidad, mi cama aún es ancha.

He sido tu madre desde que naciste, paño de lágrimas, regocijo a tus ojos. Te he visto crecer entre mis campos y bosques. Soy testigo del placer de sumergirte en las azules y claras aguas de los lagos que tu sed mitigan y navegar en medio de los anchos mares, entre arrecifes de coral y niebla matutina o chapotear en la brillante espuma, sintiendo que el mundo es tuyo. Ver degustar a tu ser con alegría los frutos de la tierra, ha sido la razón de mi existencia.


Mi orgullo se derrama en cascadas de plata cristalina, al tenerte majestuoso en la cima del monte más alto del planeta, en todas las cordilleras, cerros y montañas. Te veo volando al roce de las nubes como ángeles tocando el cielo. En el ártico, en el antártico, entre hielos y nieve o durmiendo relajado en el suave follaje de mis tierras.

Si acaso estás pensando, ¿por qué estoy aquí?,¿quién soy?, ¿qué hago junto a ti?

Te digo y proclamo que soy el entorno, la fiel compañera, tu felicidad.

—¿Cuál es tu nombre?, me preguntas lleno de emoción.

Te respondo, con eco de tormentas, trueno de lluvia, viento de montaña, verdor de árbol y perfume de flor:

     —Como yo te cuido, ¡tienes que cuidarme! ¡Te necesito! El agua de mis entrañas, los bosques, el cielo, deberán permanecer claros y serenos, sin ser contaminados. Tus descendientes, serán compensados con el amor que brindes a través del tiempo y la atención que otorgues, manteniéndome como el tesoro más preciado de tu vida.

     Me llamo… “Naturaleza” y sin ti, mi cama es ancha.



CALZONES ROTOS

(Del libro Pepita y las palabras. Aprendiendo a vivir en Chile, 2022)


Pepita tiene dos nuevas amigas, Mercedes y Jenny. Las conoció en el círculo de lectura al que asiste desde hace dos meses y la invitaron a pasear por Santiago como expertas conocedoras de la ciudad.

—Terminado el recorrido, tomaremos once en casa —dijo Mercedes.

Visitaron La Casa Colorada, mansión colonial construida por Mateo de Toro y Zambrano, presidente de la Primera Junta de Gobierno. Contemplaron la maravillosa fachada del Museo Nacional de Bellas Artes, caminando por el Parque Forestal hasta la calle Pio Nono, donde vieron la Escuela de Derecho. Cruzaron después a la calle siguiente por el Patio Bellavista (lugar con variados sitios de comida y artesanía chilena).

Las amigas, quisieron mostrar a Pepita, la casa de Pablo Neruda “La Chascona”. Después, subieron al cerro San Cristóbal (que Pepita ya conocía) en el funicular, para llegar al mismo tiempo que varios ciclistas a una explanada más abajo de la Virgen, donde había kioscos de refrescos, de mote con huesillo y algunas artesanías que llamaban la atención de los turistas. Siguieron así, desde lo alto, admirando Santiago.

—Es hora de regresar, Mercedes —dijo Jenny.

—Sí amiga, debemos ocuparnos de nuestros calzones rotos —respondió Mercedes.

Al escuchar esto, Pepita quedó sorprendida, pero acostumbrada a las simpáticas ocurrencias de sus amigas chilenas, decidió seguirles la corriente.

Llegaron al departamento de Mercedes que, con la ayuda de Jenny, preparó en la cocina unos deliciosos pastelillos para servir con el té. Pepita los probó y preguntó cómo se llamaban esas exquisiteces.

—Calzones rotos —dijo Mercedes.

—Por eso teníamos que regresar temprano para prepararlos —dijo Jenny.

Cuando Pepita escuchó esto, empezó a reír a carcajadas.

—¿Por qué te ríes Pepita? —preguntó Mercedes, sin entender la reacción de su amiga.

—¡Oh!, entendí que el paseo había terminado porque se les habían roto los calzones a las dos al mismo tiempo, lo cual me extrañó y eso significaba que éstos eran de muy mala calidad en Chile, una advertencia para no comprar ese tipo de ropa, ya que se rompían a poco andar.

La risa de las tres amigas llenó la casa por largo rato.

A raíz de este suceso, Pepita visitó la Biblioteca Nacional para investigar el origen del nombre de los sabrosos pastelillos, encontrando lo siguiente:

Los calzones rotos, son un dulce típico chileno. El origen del nombre viene de la época de la Colonia: Cierta señora vendía pasteles en la Plaza de Armas de Santiago. Cuenta la historia que una ventisca le levantó la falda cuando atendía a unos clientes, dejando al descubierto su ropa interior que estaba rota, llamándola de ahí en adelante “la señora de los calzones rotos” y los pastelillos, quedaron bautizados como “calzones rotos”. Estos dulces, están compuestos por una masa frita hecha de harina, polvos de hornear, azúcar, huevos y son especiales para disfrutarlos las tardes de invierno.

Hay que aclarar, que en los países hispano hablantes los calzones son una prenda de vestir también para los hombres. En Chile, los calzones son exclusivamente femeninos desde hace mucho tiempo. Zorobabel Rodríguez denunció el haberse apropiado ilegalmente, del término en 1875:

“Calzones. La parte del vestido del hombre que le cubre desde la cintura hasta la rodilla se llama calzones según el Diccionario de le Academia; i pantalones los calzones largos que llegan hasta los pies. En Chile, donde ya hace tiempo que los hombres no llevan calzones, las mujeres han concluido por apropiárselos i es de uso jeneral entre ellas” .

En fin, Pepita pidió la receta de los famosos calzones rotos a su amiga Mercedes, para prepararlos en casa.

¡Conste!



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