Nuestro equipo editorial decidió en manera conjunta rendirle este sentido homenaje a Pablo Calvo Salas, nuestro más sentido pésame a la familia y amigos.
Pablo fue profesor licenciado en Historia de la Universidad de Chile, pero dedicó su vida a la enseñanza y entrenamiento del ajedrez trabajando en diversas entidades de educación y de modo particular, destacando en las ramas de Ajedrez de la Universidad de Chile (Facultad de Ingeniería y Facultad de Ciencias Sociales) y de la Pontificia Universidad Católica (Campus San Joaquín). entrenador de selecciones maestro de Federación de Ajedrez de Chile
ELEGÍA INCONCLUSA
a Pablo Calvo Salas, en su segundo nacimiento
Ser de luz, muchacho transparente y sabio
mezcla de Principito y Mago Merlín
todo lo sabías con la naturalidad de un pájaro
pero con la astucia del reptil insomne
que se desvela detrás de un acertijo
para transformarlo en pan y en vino
en primavera múltiple, en júbilo
sobre tu mesa de jugador poeta
Has pasado cantando por la tierra
con la urgencia y dignidad de los que aman
de los que saben lo que buscan y no se enredan
en las cuerdas frías de los atardeceres
tú hacías suspirar viejas guitarras, entonadísimo
implacable, juglar de la nostalgia y la rebeldía
asiduo de las barricadas tanto como
de las enmarañadas bibliotecas
Te he llorado como a pocos, Pablo
hasta vaciar las contradicciones y las nubes
hasta sentir el peso del aire en mis pupilas
y ver la dura vida a contraluz, hasta que broten
margaritas en mis manos sin motivo ninguno
para bonito, para dejarlas cerca de tu sueño
y el sueño de los que marchan dentro de tu pecho
tal vez en ellos ande tu alegría, tu sonrisa de niño
tus ademanes de hombre bueno y definitivo
Va a ser muy difícil que te mueras, Pablo
porque nadie podrá olvidar tu implacable ternura
esa manera tuya de vivir asombrado, inquieto
ahora es imposible no escuchar tus boleros
no escuchar el silencio que nos has regalado
por ahí nos veremos, por ahí nos veremos -acaso
nunca nos dejemos de ver- bullendo pletórico
en lo más sencillo, trotando por el parque
degustando algún plato fragante a puerto, a océano
o sentado ante un tablero como ante un altar
o en un cuento de padre, o en el día del triunfo
cuando se abran para ti las grandes alamedas
Mientras tanto nos has dejado callados, huraños
confusos, con esa lejanía de todas las cosas
aquí donde más duele, donde se reencuentran
errores y virtudes, negras y blancas, noches y días
sobre un horizonte alborotado, lleno de presagios
que sólo se irán disolviendo en la tristeza, esa
amada tristeza que nos devuelve al mundo
un poco más humildes, un poco más humanos
Y recuerda, Maestro, personas como tú no se mueren
sonríen, sonríen, hasta cuando aprendemos a volar
© BGK
Talca, 25 de septiembre de 2022
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