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Foto del escritorentre parentesis

Pía Barros (1956 Melipilla, Chile)

Feminista, escritora y tallerista. Estudió Licenciatura en Castellano en la Universidad de Santiago. Desde 1978 se ha dedicado a su gran pasión: dar talleres literarios. Actualmente es directora de Talleres Ergo Sum y de Editorial Asterión. Dirige el Proyecto Internacional Basta!, contra la violencia de género. Es autora de los libros “Miedos Transitorios” (1986), “A Horcajadas” (1990), “El Tono Menor del Deseo” (su primera novela, 1991), “Signos Bajo la Piel” (1994), “Ropa Usada” (2000), “Lo que ya nos encontró” (2001), “Los que sobran” (2002), “Llamadas perdidas” (2006- microcuentos), “La Grandmother y otros” (2007- microcuentos), “El lugar del otro” (2010) ,“Las tristes” (2015- microcuentos) , “Hebras”, (2020- microcuentos), Duele, (Ed Sherezade, 2021- microcuentos). Sus textos se encuentran publicados en numerosas antologías y sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Ha obtenido numerosas distinciones. Es miembro de SECH, (Sociedad de Escritores de Chile), REM (Red de Escritoras de Microficción) y de AUCH (Autoras Chilenas).


Ropa usada II (A Edith)


La cita inesperada es a las ocho. No hay tiempo para cruzar la ciudad, llegar a casa y ponerse el atuendo para la ocasión.

La tienda de ropa usada, la dependienta de la lima de uñas, los colgadores atestados. A la muchacha el vestido azul se le clava en las pupilas. Pide una bolsa y va al probador. Se enfunda en la gasa trasparente. Toda ella un hálito de azul. Recoge el pelo en un moño apretado, dibuja una línea en el párpado.

Sale del probador lista para la cita.

El hombre que la aguarda se levanta de su silla al verla entrar. Al hombre, el corazón le da un vuelco extraño en el pecho. La muchacha lo observa comer ansioso. Se mira las uñas descascaradas que no van con el atuendo.

El hombre se atraganta con la carne. El color de su piel pasa del enrojecimiento profundo, al gris. La muchacha mira una vez más sus uñas y piensa molesta: «Mierda, debí haber comprado el negro».


ÓRDENES


Le dice que se quede quieta, quietita, será sólo un momento, que suelte las manos rígidas, que separe las piernas, así, buenita, que respire por la nariz, abra los muslos, así, justo así, no dolerá nada.

Después, el dentista ejecuta la extracción.



Vandalismo


La calle estaba desierta a esa hora. Furtivo, dobló la esquina y la escondió en su bolsillo.




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