De Santiago de Chile. Actriz, Cuenta-historias, Biodanzante. estudió en U.de Chile Actuación (arte dramático) y en U. Adolfo Ibañez Administración Financiera e Inversiones. Miembro del Pen Club de Chile, colabora con Comité de Mujeres del Pen Chile. Ha publicado dos libros de Cuentos “Voz y Alma al Desnudo” y “Suspiros al Oído de Mujer”. Ha colaborado con la Revista “Entre Amigos”, participó en Antología “Desde el encierro” PEN de Puerto Rico, en Cuaderno Literario N° 5 del PEN Chile, en Antología LGTBQ “Asi Vivimos” de PEN Argentina, Antología “Plumas sin Máscara” del Taller de Cristina Wourmull y algunas actividades literarias en Redes Sociales, “Poetas, bolivianos, peruanos chilenos”. Coordinadora Editorial de Antología “Plumas sin Máscara”, Organizadora de la Biblioteca de Eco-aldea Matriz de Empatía en Cunco, Araucanía.
Sus relatos dan una mirada humana y social a diversos personajes y a sus historias, en espacios y lugares propios del país donde vive.
SOY MÁS TUYA CUANDO SOY DEL MUNDO”
Sigo siendo tu Alicia. Desde mi tierna juventud, mi norte no lo tuve claro, hasta que mi país, Colombia, convulsionado por la guerrilla y su enemigo, el estado, quedó, poco a poco, en la indefensión más absoluta, por decir lo menos. Los campos cafeteros, cocaleros y las calles, se convirtieron en sitios de batalla, donde moros y cristianos arrebataban vidas, cuidando sus esquinas, pirquineando el pinche poder del sucio dinero del narco-político.
Mi historia comenzó cuando salí de secundaria y aspiraba a ir a Estados Unidos, como la mayoría de mis compañeros, primero porque está cerca geográficamente, lo otro es porque es el sueño familiar de toda latina de clase media alta.
No califiqué en el examen de inglés, nunca fui buena para los idiomas y tuve que contentarme con esforzarme para ingresar a alguna universidad Bogotana, a estudiar algo, no sabía qué, cualquier cosa, pero ojalá alguna carrera que tuviera que ver aunque tangencialmente con mis capacidades. No lo supe hasta que me vi en la puerta central y decidí entre caminar por el pasillo de la derecha, donde se daban las clases de derecho ¿curioso no? o por el pasillo izquierdo, donde estaba la escuela de sociología.
Mis pies se encaminaron a sociología y comencé mi primer año un tanto despistada, pero en fin ya estaba allí.
Bogotá es una ciudad más bien fría, un poco lluviosa y no muy atractiva para mí que soy antioqueña, es decir “paisa” de tierras calientes. Tuve la suerte de entrar a un grupo de amigas con las que arrendamos un pequeño loft para convivir modestamente.
Conocer grandes profesores humanistas, me llevó a descubrir la realidad de mi patria, al pasear en estudios de las clases más altas a las más bajas y marginales de la sociedad, aplicando la filosofía de los grandes.
Imposible quedar fuera del mapa sociológico y económico de mi país, convulsionado por décadas por la idiosincrasia nuestra “los colombianos”, afables, ruidosos y sobre todo rumberos.
Ingresé a la lucha política por necesidad y el ímpetu que escondía mi chaleco artesanal, bajo él las ideas de la justicia, anidaron todo lo que conocí en ese primer año universitario. Asistí a los primeros encuentros que comandaban alumnos mayores. Yo quería destacarme alzando continuamente la voz para decir algo, cualquier cosa, pero el dirigente que estaba al mando de esa célula, un uruguayo guapísimo, con estampa de arcángel, me callaba diciendo “cierra la boca burguesita ridícula”. Que se habrá creído él, pero era mi jefe político, me enseñó a ser disciplinada, y aprendí a tragarme las palabras.
De a poco empecé a admirarlo y de la admiración al enamoramiento hubo sólo un paso, casi religioso, en mis noches de sueños el gurú me llamaba a recostarme con él. En realidad me enamoré y pasado un tiempo, él bello arcángel, dentro de su firmeza, fue cediendo de a poco a mi seducción. En cálidas noches, alrededor de una pequeña estufa de leña, conversando y armando mundos, con “tintitos” colombianos, a veces “tintos” chilenos que nos proveían compañeros de Chile, abrió su corazón para confesar que podría ser que eventualmente me amara.
Nada me hacía bajar del cielo, era un fondo azul lleno de proyectos futuros para la revolución interna y la de mi país. Estaba tan comprometida con la causa como con él. A los dos los quería tanto. Me debo a todos, al mundo, y dejaré escrito con sangre, “no sé cómo decirte que soy tan tuya, cuando más soy del mundo”
Dame tu mano grande con la que empuñas la libertad nuestra y la de mi pueblo. Me miraste burlón y dijiste, vamos a emprender una excursión a las colinas del continente y en esta excursión necesitamos personas que ayuden y en quienes podemos confiar, la libertad no es sólo para nosotros sino para todo Latinoamérica, sin miedo, sin temblor, ¿podrás mi “burguesita ridícula”?
Dimos muchas batallas, casi todas fallidas, y yo bajo su costilla.
Todo acabó, no hace mucho, con la firma de la paz, entre gobierno y Farc, entregamos las armas y conseguimos algunos escaños en el parlamento. Pero la paz de parte de los que gobiernan no se respetó, los campesinos volvieron a sus campos sin semillas que plantar. Hoy somos muchos los que lamentamos la muerte de quienes entregaron sus armas, la mayoría guerrilleros campesinos y estudiantes, entre ellos mi compañero amado, el comandante de los comandantes.
Hoy me cuida, con incansable dedicación, desde un lugar, tal vez desde el cielo donde los próceres culminan sus batallas, mientras yo ejerzo en un asiento de congresista mi trabajo en el parlamento colombiano.
Tornerito
*En unos años uno de los nuestros será Presidente
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