Ambulatorios
- Leonel Huerta
- 23 mar 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar 2022
Cerraron todos los restaurantes;
“hasta aquí llegué, ¿a quién le voy a vender?”, pensé. Entonces, como muchos, transformé mi forma de trabajar. Así como en la Revolución Industrial: el campesinado tuvo que aprender a dejar de ver el sol, y encerrarse en una fábrica horas y horas; a comer lo que las monedas disponían y olvidarse de aquellas frutas y carnes frescas de la comarca. Hoy ambas cosas están cambiando, el trabajo y la compra. Mientras la labor en casa (home office), que solo pueden hacer unos pocos capacitados en las técnicas del tecleo, mantiene la información de las grandes empresas en movimiento, y así nadie podrá mentir con respecto al pago de cuentas, ingresos no exentos de impuestos y quién sabe qué otras formas de control informático. Y vuelvo a la revolución industrial; cuando los jefes descubrieron: si la oferta de trabajo era alta, y además solo se contaba con lo justo para vivir, la consecuencia era una menor holgazanería. Y henos otra vez en la misma situación: ganando menos y todos buscando empleo; el virus se convertirá en un aliado de la explotación.
En el barrio donde vivo, el despacho a domicilio (delivery) se ha tomado las calles: pan amasado, panqueques acompañados de chocolate o café de grano, todo tipo de vegetales, carnes en tu puerta —ese es mi emprendimiento (venture)—, tortas, comida japonesa, mariscos congelados y un restaurante te lleva parrilladas a tu casa, recién armadas, con carbón y papas fritas. Me pregunto en qué se reconvirtió la señora que vende curitas, el haitiano ilegal con sus aguas minerales, la Monique que se paraba en la esquina de San Antonio con Monjitas: mendigos del Estado, asilados del Hogar de Cristo o futuros fallecidos. Todos seremos la nueva oferta de trabajo barato, para que las grandes empresas —porque las chicas también están en camino a fenecer— logren superar las pérdidas sufridas durante este tiempo, y luego, por supuesto, mantener las utilidades a como dé lugar. Veremos pronto cumplido el concepto del trabajo flexible (smart working), idea prioritaria del Ministerio del Trabajo desde hace un tiempo. Es que no habrá tanto empleo para todos los cesantes que dejará está pandemia, dirán; así que es mejor que trabajen solo las horas necesarias; las grandes organizaciones no serán capaces de dar tanto empleo: bromistas (jokers).
Creo en el negocio verde, en la ayuda comunitaria, en el fin del consumismo, en la auto sustentabilidad, y estoy en eso, así que pronto pondré una huerta casera (home garden), eso siempre y cuando Montsanto me deje trabajar en el patio y usar de abono mi propia mierda (shit).

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