“Millaray, una niña dorada” es un libro hermoso, fuera de serie, único. Su belleza comienza en el tono dorado de sus tapas, da la impresión que fuese de oro. Y esa primera mirada atrae cogerlo entre las manos y comenzar su lectura. Su autora Marjorie Huaiqui Hernández es una poeta que nos introduce en el maravilloso y bello mundo de la naturaleza, al leer su poesía reconozco la grandeza del pueblo mapuche y su contacto respetuoso con el entorno. ¿En qué momento los chilenos perdimos ese respeto? ¿O acaso nunca lo tuvimos?
En el prólogo la autora nos transmite conocimientos y sabiduría de los pueblos originarios de América Latina, cuánta falta nos hace a los chilenos. La importancia de los colores de la naturaleza y cómo se reflejan en sus vidas (textual) “el dorado del oro y del sol como dador de vida, de las emociones amarillas que surgen de ellos”. “En la región mesoamericana vida es igual a maíz, en el sur de América el trigo es vida”. “También es una tradición para la cultura andina y la mapuche la relación divina con el arco iris, este arco del cielo da color y luz a la vida”.
Más adelante, “Millaray, la niña dorada” con la belleza lírica de sus versos nos lleva a su mundo interior “Llevo en mi cuerpo/ muchos corazones/ y en mi voz/ un paisaje de color rosado que/ rodeado de mariposas/ habla con mi pensamiento acaracolado”.
La poesía de esta niña sensible evoca emociones, sensaciones e imágenes, su estado de ánimo, el modo de enfrentar el entorno, todo con el ritmo y la musicalidad que le son propio. Imposible no amar la voz poética de la pequeña.
Este pequeño libro es grande en su contenido, aconsejable para lectores de cualquier edad con el fin de dejarse llevar por la belleza de su lírica.
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