La pandemia no solo trajo dolor, enfermedad y muerte, en muchos casos nos unió como seres humanos. La mayor muestra la encontramos entre los escritores que ante la imposibilidad de reunirnos presencialmente buscamos el modo de hacerlo virtual. De ese modo, la palabra siguió estando presente, buscando el modo de ser escuchada y valorada a través de la poesía y la narrativa. Cada día, al caer la tarde, el zoom revivía en las pantallas y entre risas, la amistad y el cariño la literatura se instalaba entre nosotros.
El presente libro es un ejemplo, en él escritores conocidos dan a conocer sus textos. Los días sábados, al anochecer, se reunían para escuchar al otro, valorar su lectura y la propia. Once literatos, la mayoría poetas, tan solo tres narradores. Pareciera ser cierto lo que dicen: Chile país de poetas. Sin embargo, los narradores insistimos en nuestro granito de arena a donde vamos. Por eso valoro a los integrantes del libro: Sebastián Clementi y su “Pelota Pinchada”; Leonel Huerta con “Harina para el pan”; Jesús de Caín “El juguete de greda”, entre otros textos narrativos, todos de excelencia.
No olvido a los vates y sus bellísimos poemas. Yo no escribo poesía, pero escuchar a un poeta leer su trabajo es para mí un privilegio, me sobrecogen sus versos y la voz del que lee. Así tenemos a Rayén Araya Cavieres (poesucia) “Niña Diente de León”; Pukem Llalincon con “Huaipe y Cartón”; Simón Marambio “Recuerdo mi infancia, recuerdo a Eli”; Felipe Arancibia y ”Hambre de piel”; Ingrid Córdova “Provocación”; Pavlo Zamorano “(Mi) Niñez”; Matilde Kuramil “Cuerpo escombro”; J.J. Cartagena “Niños temerarios”. Una poesía fuerte, que estremece, impacta.
Para trabajar durante los meses de encierro, los protagonistas del taller se daban un tema; así leemos: Infancia, Cuerpo, erotismo y desnudez, Cocina, Naturaleza, Pandemia, Locura/Cordura. Todos ellos dieron origen a excelentes textos.
De ese modo, tal como se lee en la editorial “la literatura es un mono porfiado, que demanda su voz y el espacio territorial, como tabla flotante, salvavidas, gesto triunfal frente a esta bestia civilizatoria”. La literatura siempre triunfa, ni la pandemia detuvo su andar. Lo comprobamos en este libro: “Taller subverso, antología”, que merece ser leída.
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