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  • Foto del escritorentre parentesis

Y corría el año de... Ya ni me acuerdo. Solo sé que se aproximaba la navidad, y no tenía ni una espectativa de la mentada celebración. Me había auto impuesto el parco deseo de vivirla, sin luces, sin música, ni menos regalos. Solo quería que pasara pronto . Sabía que no tenía que incomodar a mamá con exigencias tan vanales como aquellas.

A mí corta edad de 14 años, era lo suficientemente tácito maduro para darme cuenta que la recesión de ese año había causado estragos en la familia, y yo, no iba a ser un problema más a los ya existentes.

Con mi hermano, que era dos años mayor que yo, teníamos sin ponernos de acuerdo la misma postura... que pasara la hora para acostarnos temprano.

El silencio rondaba por todos los rincones de la casa, era algo asumido darle un carácter de día cualquiera

De pronto, como a eso de las diez de la noche mi padre llegó con un kilo de porotos granados, choclo y zapallo. Mi madre que siempre estaba lista, los preparo. Nosotros ayudamos a desenvainarlos, sin mucho ánimo, pues, eran porotos. El asunto fue que a eso de las once y media, había cena, y una pequeña caja en la punta de la mesa, sin envoltorio, solo una pequeña caja obscura con un tono viscoso

Después de cenar y haber sopeado el plato con trozos de marraqueta, nos dimos cuenta quizás por la necesidad existente. Que aquella comida, fueron los más deliciosos porotos con pilco que habíamos probado. Mi madre nos miraba satisfecha, una vez más había cumplido. Al parecer desató todo su amor en aquellos inesperados elementos que llegaron a última hora para la cena.

Luego tomamos la pequeña caja, que al abrirla aparecieron unas diminutas piezas de ajedrez...Guau,!!!... un regalo para los dos. Recuerdo que jugamos pasadas las 02:30 de la madrugada.

Desde entonces, mi afición por el ajedrez está en el recuerdo de esas diminutas y contorneadas figuras, que expresan hasta el día de hoy, algo más que un simple juego. Y ya sabrán, cuál es mi comida favorita...

Por cierto, corría el 82'. Y ya se van a cumplir 40 años de aquello ...

Fue una buena Navidad.



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  • Foto del escritorentre parentesis

Lo que sucede,

Es que el descubrir las letras

Que se escapan de tu cuerpo

Viene a ser

Como una catarsis renovadora


Es como contar las gaviotas

Que vuelan a lo lejos

Escuchar

Como su graznido se transforma

En un lenguaje eterno


Es como sentir

Cuando tus pies se hunden

En la arena

Solo así te das cuenta

Que cada grano

Sí importa

Como sí importa

El primer beso que te ha dado el mar

Y de la nada

Sube nerviosa la felicidad

Y tan suave

Te araña el escalofrío

Que se queda a jugar

Entre las colinas de tus pechos

Y hurgando en el ombligo

Se escapa

Como se escapan

Las mariposas con tu risa


Entonces,

Con la silenciosa avidez de tus ojos

Te enteras,

Sabes por ti misma

Que ha sido el mejor regalo

Que te ha entregado la vida



Todo eso

Va instaurando la necesidad constante

De examinarte a cada momento

Como cuando te desprendías de la oscuridad

Y caminabas hacia mí

En línea recta

Bamboleando tu cuerpo

Muy provista

De natural sutileza


Y entre las sombras implacables

Escuchar siempre

El tierno raspado de tus zapatos

En su breve lucha con la tierra arenosa,

Acercándote


Lo que sucede

Es que aquello transforma

En pequeños suspiros

Los gritos

Que van soltando las hojas de los eucaliptus

Así como los árboles

Exhalan la hipertrofia que tienen

En su corteza seca

Que como la mía

Se regenera a cada momento

Negándose al olvido

Del perfume de tu cuerpo


Sucede digo,

Que cuando el aire se eleva contigo

Inevitablemente llegas...

Y me agrada

Aunque venga provisto

Del filo dulce de la nosgalgia

Que también corcovea

Como los caballos invisibles

Que galopan a la orilla del mar

Tan resueltos

Tan briosos

Y Con tanta gracia

Son hermosos

Cuando hacen salpicar las olas

Con sus coces tangibles


Y resulta que me agrada...

Aunque ya no estés aquí

Aunque parezca que nada sirve


Lo que sucede

Es que todo,

Todo me recuerda a ti

Como éstas letras

Que se escapan de tu cuerpo

Y vienen desde tan lejos

Volando como mariposas,

Y se posan frente mí





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  • Foto del escritorentre parentesis

Actualizado: 6 ene 2022





Soneto


I

Las ventanas por donde miro

Observan el horizonte aullando

De una tarde y sus quejidos

Con su halo triste y marchitado


Cargan con suavidad un respiro

De pasiones que parecen viejas

Donde se desata el olvido

Llegando con melodías nuevas


Entre luces y sombras incorpóreas

A razón de la vida misma

Donde dejas caer tus ropas


Y nuevamente muestras la dulzura

Que una tarde te hizo infinita

Vestida de nada, acariciada de brisas


Soneto

II


Mi cuerpo permanece levitando

Al transitar de cansado camino

Donde tu amor estaba destrozado

Más aún, nos unió el destino


Nunca tus heridas fueron tema

Ni tu voz quebranto en mis oídos

Más el amor se alzó como un lema

Y la vida sin reparo hizo nido


Cuanta ternura alcanzaron los brazos

Cuanta dulzura brotó del pecho

Y de esa manera el amor hizo lazo


Tu ruego de ayer es el olvido

Que muere triste y abandonado

Porque hoy yaces en mi regazo


Soneto

III


Está todo el amor en los granos de arena

Recibiendo a tus piececitos de luna

Todo el amor en la orilla pura

Iluminando de diáfanas tus huellas


Y caminas de nuevo muy descalza

Recordando los beso que te dio el mar

Alzando la vista llena de esperanza

Al ver tu velero de nuevo navegar


Y tus ojitos de río al mirarme

Desembocan de suspiro a cantar

Donde encuentro razón para besarte


Y al igual que el viento y la sal

Quedarme en tus labios de recuerdo

Así como un día, miraste el mar

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