Fue todo un desafío
Mirarte de lejos
Una odisea caminar tu ausencia
A sabiendas
Que transitaba sobre los escombros
De tu perfume que aún vivía
Tengo la certeza
De que nadie entiende
Estos embrollos
Y lo más probable
Es que sean los causantes
De un poco de locura
Que va circulando por la sangre
Por eso en ocasiones me aparto
Para no morir con la gente
También a veces
Por esos menesteres inconstantes
Las almas navegan solitarias
Con sus propias gaviotas revoloteando
En el interior de sus retinas
Dos pequeños mundos
Para mirarte
Y reorganizar cada molécula tuya
En su perfecta forma
Sagaces
En sus sombras
Indiferentes,
Pero amorosas
Como habilidosas serpentinas en el aire
Van tejiendo tu nombre.
Y tu recuerdo
Va apareciendo
Como una pequeña brasa
Apartada del fuego
Que a pesar de todo,
Aún arde
Tus mares son inquebrantables
Solo para no dejar envejecer al tiempo
Así como la última ola
Que insistía en besar tus pies
Tan solo para que no la olvides
Y en sus bellos resabios
Amontonados en la arena
De hermosos ruidos quejándose
De dichas y encantos
Presurosos por alcanzarte
Todavía lloran tu ausencia
Todavía con el viento
Se van desgranando
Y suben al cielo
Porque...
Todavía quieren amarte
En segundos como estos
La comprensión del mundo
Es un tanto escasa
Atada en los rincones
De los sótanos descerebrados
En tanto,
Caminando a solas
Por la orilla húmeda
Quedan tus huellas
En los atardeceres
De una playa solitaria
Todo esto me hace tener la convicción
Que la locura
Viene y va según la nostalgia
Que suelen cargar las gaviotas
Cuando se lo dicta el alma
Cuando se lo susurra el viento
Y de la nada viene la angustia
Con su pequeño manto de calma
Encerrada en una breve caminata
En una breve pero profunda mirada
Es la hora del taciturno
Con su pensamiento perdido
Con su corazón quebrantado
Cuando se desvanece el horizonte
Lleno de llamaradas envolventes
Que parecen involuntarias
Entendiéndolo todo,
Pero sin decir nada
Pienso en la piedad
Que se aproxima
Te sostenía
Como se sostienen
Los pensamientos en el aire
Con tanta compasión y amor
Con tanta ternura
La misma ternura que depositaste
Cuando anclaste tus ojos al cielo
Y como dos bolas de fuego
Quedaron prendidos
En el universo
Como luminarias incandescentes
De esa forma levitan invisibles
Los tiernos aromas
Que se desprendían de la tierra
Solo por ti
Y ese era su máximo regalo
Para tocarte el alma
Y hacerte inolvidable
Así seguías presente
Aún cuando la dura realidad
No me habla de cordura
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