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  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • May 26, 2024
  • 1 min read

Mujer, han hablado de tu invisibilidad y se equivocan. 

Eres el planeta que orbita a Dios.

Marmita roja donde fulgura la vida.


Te yergues hasta el cielo, vertiente enmarañada, perfumas horizontes, traspasas socavones,


Mujer, pleamar que inunda mi camino.

Abrigas en ternura los pies de las ciudades.

Eres suavidad y fuerza, volcán irreverente.


Mujer, cabalgas en mis insomnios.


Te desean mis manos y mi boca, susurras pasión en tu mirada.


Han hablado de tu invisibilidad y se equivocan


Las playas que acariciaron tus pies,

la luna que iluminó tus caderas,

la flor que perfumó tu pelo,

acreditan tu presencia poderosa.


¡Eres paradigma de fuego, fuente primaria de locuras!




 
 
 
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • May 26, 2024
  • 1 min read

Para qué malgastar las horas, si puedo regalarte estos minúsculos ramilletes de pensamientos. Ya podré dormitar acurrucado a tu pecho, palpitando al unísono nuestras auroras. Por ahora, prefiero dedicarme a esa labor diminuta, como cuando te escribía en los tacos calendarios, en una gigantesca máquina de escribir planillera, ajustando mi enarbolado amor, mi pasión loca por tu piel en capullo, a ese minúsculo trozo de papel.

Igual como, a los tiempos, en los diez minutos de un microbús que subía hasta la cima de nuestro puerto, iba dejando mis gotas de poesía, incubando este cable a tierra que me sustenta frente a cualquier obstáculo o amenaza.

Esas frases diminutas, apiladas en hojas amarillas, que fueron compaginando mi amor remozado, rebelde, porfiado, combativo amor, blindando tus dolores, amortiguando las penas, creciendo desde la inmensidad de las angustias para convertirse en vertiente que saciaba la sed en el momento justo, como si las plegarias escuchadas nos acompasaran en un nuevo preludio del amor, ascendiendo con sudores, con la constancia de nuestros sueños, brincando por los momentos difíciles, hasta dejarlos atrás, sepultados.

Hasta llegar rasmillados y amantes hasta la cumbre, con las rodillas espinadas, pero con el fuelle increíble que nos permitía plantar las banderillas del triunfo cotidiano en nuestro territorio acorazado.




 
 
 
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Feb 28, 2024
  • 1 min read

Fue decisión del absurdo censor

de las fantasías rosas

y la amatoria,

publicar en el Diario Oficial,

junto al horóscopo,

mi muerte presunta.


Quise asumirme muerto,

pero se rebeló mi savia de labriego.

Dejé de existir por un decreto

y pasó como un soplo

el dolor de mis amigos.


Mustia mi estrofa

fue rebotando féretros.

Por los rincones quedaron

mis fósiles cuadernos,

se oxidó mi medalla,

se apolillaron mis diplomas.


Mi foto se archivó

con ropas viejas y así

transité por baratillos,

disecado, huérfano,

pasado a naftalina

y amarillo.


Mi muerte en nada varió los ascensores.

Las ferias encarecieron sus limones.

Un ministro recomendó usar vinagre

y en otro decreto omnipotente,

junto al mío,

fijaron recetarios oficiales.


Mi muerte nada varió,

Mas, mi sombrero

se lastimó apolillado

en el granero.


No toleré el hielo legal

sobre mi frente

y morí de verdad,

porfiadamente.


Los responsos compartí

de cuerpo ausente,

incrédulo testigo

de los discursos últimos.

En la misa desertaron

mis parientes,

la falta de gloriado

se hizo evidente.

Mi suegra arregló bien su peinado

celebrando en las páginas sociales.

La socia flaca se fue con mi negocio,

y siguió sus fofos amores torturantes.

Descansé de avalar tanto descaro

y al buen rato disfruté confiado

el flamante status

de finado.

Con qué ironía se ha escrito mi epitafio,

inflando el ego

del buen sepulturero,

para mentir de últimas

que fuiste un hombre íntegro,

que martillaste lunas

y que moriste a tiempo.

Así partí,

cayendo a mis mazmorras.

Hasta que Él llegó

a compartir mi mesa

y mis hijos …

viendo Tele

se quedaron.




 
 
 
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