Estamos presenciando un hecho histórico, la acusación constitucional al Presidente Sebastián Piñera por falta a la probidad y por haber afectado el honor de la nación, tras haberse descubierto el contrato suscrito por sus hijos y su mejor amigo, en Islas Vírgenes, en la venta de.Minera Dominga. El peso de los hechos es potente, pero con 15 votos el Senado podrá rechazar esta acusación, debido al quorum que se exige, de 2/3 para ser aprobada.
La lección y relevancia de esta Acusación Constitucional, más allá del probable rechazo, es haber desnudado en la plaza pública, frente a la comunidad nacional e internacional, a un corrupto que ha ejercido la máxima institución republicana, la Presidencia de la República y la función de Jefe de Estado.
Quedará como evidencia de un modelo que permite a la codicia corroer las instituciones, en un robo de nuestros recursos en perjuicio constante a las grandes mayorías. Después de esto, la corrupción ya no podrá normalizarse y quedar impune.
Es el ánimo que deja este debate previo a la votación y es patético e inmoral, cómo los senadores oficialistas blindan al corrupto mandatario, esquivando el fondo del conflicto de intereses, en que Piñera ha incurrido.
Se gane o se pierda, queda en la retina la complicidad de los grupos fácticos en defensa de lo indefendible, un Presidente que ha traspasado todos los límites de la ética y la legalidad, usando el poder para beneficio propio, de sus parientes o de sus amigos. Eso es Corrupción y ha sido una vergüenza para todos los chilenos decentes.
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