Por un despeñadero,
Intentando que no se rompa
mi vaso medio lleno,
me acurruco al sol
y como un náufrago sediento
recupero el fuelle
sobrevivo al miedo
Malabarista de semáforos vacíos
Aferrado a los abrazos prohibidos
torpemente,
esgrimo una súplica,
prendo un cirio
y escarbo,
borracho arrepentido,
un evangelio
Claudico ante el horror
y tiemblo,
desprovisto de tiempo
Clausurado y restringido
se marchita mi proyecto
Estoy ordenando, sin sentido,
buhardillas que almacenan
la indescifrable soledad del siglo
Mientras, va surgiendo
a borbotones
una pena recóndita
Retumbando en escalofríos
las burdas promesas
del olvido
En un soterrado e irónico preludio
Avanzo inexorable hasta el hastío
Lamentando las ausencias que crecen
Sollozando por plazoletas
un adiós trunco
Sintiendo que los puentes
se desmoronan entre silbidos
Y los colores renuncian a la luz
La palabra tartamudea de terror
Se socava toda regla
Se disuelven los argumentos de la historia
El reloj de arena se ha volcado
Y las hormigas preparan sus imperios
La humanidad inclina sus espaldas
Y un ojo cíclope la hipnotiza y guía
Caen las gárgolas de catedrales en llamas
El oro no alcanza a comprar una puesta de sol
Los humedales se esfuman en protocolos de muerte
Las quebradas se fracturan de silencios
La penúltima página se está rasgando en impotencia
Por los cementos de las urbes se quema los pies una utopía
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