Escribo esta nota, sin mayores pretensiones de análisis, sólo para dejar registro histórico de una jornada vivida en pandemia, saliendo a votar desde el confinamiento, cuidándonos, sin poder abrazarnos para celebrar la victoria, sin poder celebrar en las alamedas, porque vivimos hace más de un año en toque de queda, adecuando la labor política y comunicacional a estos tiempos marcados por la represión, el amedrentamiento y el negacionismo oficial. Escribo con la emoción viva de algo que recordará la Historia, en la mañana después, como columna de registro para dos días de soberanía popular.
El viernes 14 escribía como corolario de los múltiples anhelos, sueños y esperanzas que se han venido acumulando a partir del 18 de octubre de 2019, lo siguiente: Este fin de semana será, votación progresista mediante, el principio del fin de la más vergonzosa transición a la democracia, en un camino lleno de mentiras y traiciones. Para ello, votemos agradeciendo a los jóvenes, para llegar al lunes 17 rebosantes de Dignidad.
El día sábado desperté cerca de las seis de la mañana y fui a votar a primera hora. Estaba fría la mañana y a las 8:30 ya estaba en la fila preferencial en el el Liceo N° 2 de Niñas, allí en la avenida Brasil. Tuve que esperar que se constituyera mi mesa. Muy gentilmente una jovencita “facilitadora” me hizo entrar y me ofreció asiento. Allí esperé unos 40 minutos, mientras en medio de carreras llegaban vocales y, en medio de carreras, pasaban las urnas plásticas y los paquetes de papeletas que se utilizaron para elegir Convencionales Constituyentes, Gobernador, Alcalde y Concejales. Sentí que los facilitadores atendían con un entrenamiento parecido al que se usa en las promociones de novedades, sólo que acá el producto era una histórica elección simultánea.
Fui el primero en votar en mi mesa, sólo me precedió una señora que estaba de vocal en la misma mesa y votó primero que todos, antes de comenzar a abrir. Los votos los entregaron predoblados, un lápiz pasta y 4 estampillas con pegamento para sellar cada voto. Trámite expedito, quizás unos 3 minutos y depositar los votos, firmar y retirarme con el sentimiento del deber cumplido. De allí en adelante, seguir expectante los comicios. El primer día, el sábado 15, votó un 19% del padrón electoral y allí mismo se encendieron las alarmas.
Una desconfianza o quizá la tradición de votar en domingos, explicaba en ese momento que hubiera votado solamente un 19% del padrón electoral. La desconfianza, se presumía que derivaba de rumores conspirativos; se había corrido la voz de que podrían perderse votos. El SERVEL mostró en noticieros cómo esa tarde se guardaban las urnas de cada mesa en una “bóveda”, que era una sala del liceo, elegida para almacenarlas por esa noche. Luego, la puerta era sellada, al igual que cada urna se cubría con plástico e incluso alusa de la que se usa en la cocina. En resumen, un esfuerzo mediático para demostrar que la votación funcionaba con total seguridad. Pese a ello hubo apoderados que se amanecieron en los locales para cuidar esas bóvedas. Algo irónico fue que, en un recinto de votación de la capital, custodiado por militares, se entraron a robar, pero no los votos, sino que diez televisores del recinto educacional.
Esa tarde del sábado en la Red un programa especial entregaba las miradas sobre el proceso que había permitido llegar a este momento. El mensaje que daba vuelta por las redes era: se requiere que se levanten temprano a votar y que nadie se reste. Esa noche nos sentíamos en el umbral de una nueva era, en el inicio del fin. Y también pensaba en cuántos esa noche estarían pensando emigrar a Miami.
El domingo, al abrir las transmisiones, la televisión mostraba que había pocos votantes concurriendo a las mesas. Y comenzó la desazón, sentir que podría fracasar el plebiscito. En ese momento, la mañana del domingo fue apretada, nerviosa, siguiendo el desarrollo de la jornada por las redes sociales, escribiendo diversos mensajes, llamando a votar, especialmente a los jóvenes.
Mi compañera, a su vez, escribía en Facebook: “Los jóvenes, vayan a votar, los viejitos ya cumplimos, faltan Uds. Vayan a votar para que puedan contarle a las próximas generaciones que fueron responsables y participaron en un acontecimiento histórico, todos arriba”. “Si no quieren trabajar hasta los 103 años, ¡¡¡levántense a votar!!!”
“A votar, es una obligación que tenemos con los cabros de la revuelta que están presos, por los que terminaron con daños oculares, por los heridos y por los muertos. Es lo menos que podemos hacer. Todos arriba a votar , esta es una obligación, porque no todo es exigir derechos. Hay que cumplir por nuestros hijos, nietos y demás descendientes, para tener una Constitución que proteja a la gente y no sigamos estando dominados por los intereses económicos”.
En Twitter escribía:
“#VayanAVotar #ConquistemosPoderConstituyente Somos el 80% que votó que la nueva Constitución la redacten representantes de las organizaciones sociales. Los adultos mayores ya votamos, les toca a los jóvenes, la Primera Línea está en las urnas”.
#VayanAVotar No basta con marchas ni paros nacionales, es necesario estar en la primera línea de las urnas y consolidar un proceso constituyente que, nos guste o no, es el camino disponible para terminar con el modelo y la constitución del dictador y construir un Chile fraterno.
A esos ciudadanos que están sufriendo por la falta de trabajo y la desprotección del sistema, por favor, entiendan que la elección de convencionales constituyentes de hoy, es el único camino para liberarnos de las cadenas de la Constitución del dictador y construir un nuevo trato. Hay que tener la convicción de concretar aquello por lo que se lucha. Votar era, ayer y hoy, estar en la primera línea de las urnas.
Transcurría el domingo y, a medida que se acercaba el cierre de las mesas, se apreció un repunte en la cantidad de concurrentes a los recintos. Parodiando aquellas elecciones de los setenta, cuando se seguían las elecciones por la radio, con lápiz y papel, íbamos siguiendo los primero cómputos, el asombro se convirtió en alegría, en relectura de datos, comprobación de fuentes, hasta que vino el jolgorio, los abrazos, los mensajes a los amigos, un interminable diálogo en redes sociales siguiendo cada noticia, cada reconfirmación. Era real, era lo que estaba ocurriendo, se derrumbaba el castillo medieval y los vasallos inundaban el reino. El pueblo sencillo de Mundaca, lloraba de alegría, los luchadores del agua, los considerados personas de interés para la seguridad nacional, los amenazados, excluidos y amenazados, estaban dando vuelta el tablero y era real, Rodrigo Mundaca llegaba al 44% y salía electo en primera vuelta como primer Gobernador de la Región de Valparaíso.
En los constituyentes, Carolina Vilches, de Petorca, y Jaime Bassa, Valparaíso, punteaban como constituyentes en los Distritos 6 y 7 respectivamente. En los municipios de Valparaíso y Viña, Jorge Sharp era reelecto por amplio margen y Macarena Ripamonti ganaba en una comuna histórica de la UDI. Muy tarde, casi de madrugada, llegaron los cómputos de concejales y allí otro alegrón, un hombre de la cultura, Thelmo Aguilar, se instalaba con su Dimensión Latinoamericana como flamante concejal por Valparaíso. Parafraseando a Fernando Atria, abogado constitucionalista electo como constituyente, estábamos viviendo un estallido electoral que venía a sellar el estallido social de octubre.
Efectivamente, desde la explosión social de Octubre, con una pandemia que ha dejado más de 30 mil muertos, con violaciones a los DDHH, con un gobierno represor, mezquino en la ayuda y denunciado por actos de corrupción, contra viento y marea, invisibilizados, excluidos de la franja, casi sin financiamiento, a puro corazón y pateando los territorios, los Independientes se han convertido en la principal fuerza política que se instala en la Convención Constitucional. Las listas Apruebo Dignidad, Independientes de Movimientos Sociales, la Lista del Pueblo, han demolido al duopolio de Chile Vamos-Concertación e instalado una nueva política, en ciernes, que se genera desde la base social, desde los territorios.
Y ya de madrugada, con los cómputos finales cerrando este episodio trascendental, la principal conclusión es que, de los 155 convencionales constituyentes, 49 son Independientes. Por su parte, los partidos de derecha, que estuvieron por el Rechazo, sólo alcanzaron 37 escaños; esto significa que el tercio a que aspiraban para bloquear los cambios en el proceso constituyente, no lo han alcanzado. Con lo cual se libera esa camisa de fuerza que instaló como condicionante el Acuerdo del 15 de diciembre de 2019. El pueblo a través del sufragio, ha saltado el torniquete y se despeja el camino a una Constitución que sepulte para siempre la Constitución del 80.
Cerré la noche con el siguiente Twitt: Como Periodismo independiente desarrollamos el ciclo Independientes a la Convención Constitucional. Esta noche con emoción vemos que la fuerza de pueblo ha logrado abrir camino al sueño colectivo y respiramos, alegres por fin.
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