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Vigilia en el umbral

En esta vigilia se nos han unido los espíritus azules de quienes abrieron camino. La tierra se fortaleció de humus negro, con esas energías que estuvieron sumergidas y que nos moldearon de adoquines, mazorcas y fogones camaradas. Estamos en nuestros hogares, rememorando nuestras luchas históricas, recordando con respeto aquellas primeras palabras del calderero trazador sindicalista, del profesor normalista, del trabajador de la salud heroico, forjando con su ejemplo, almas para una navegación de audacia, temple y persistencia.


Hoy cargué fuerzas en el jardín, registré las flores niñas que canturreaban al sol en su comarca, elevando su primavera rebelde, disfrutando un tiempo limitado que se vino sorprendente. anunciando reconquistas.


Hoy el compromiso cruzó serranías, plasmando un mosaico repleto de esperanza. El duelo por los caídos se ha hecho savia. Los ojos desgarrados anuncian al mundo la dignidad intransable. Pese a los cuerpos torturados y la indolencia criminal de los plutócratas, la solidaridad de las ollas comunes ha permitido que sobreviva la esperanza. En los territorios se ensamblaron las voces de millones de hombres y mujeres, codo a codo, brillando sus sueños, como estrellas fugaces, inundando el constelado cielo con el sabor de un nuevo inicio, un bálsamo de amor popular, que cura lágrimas e infunde fe renovada.


Chisporroteó el brasero centenario de los abuelos, en los coloquios se cimentó la memoria, las conversaciones acercaron las generaciones en una comprensión viva de la historia, aplastando el negacionismo, quitando mitos, codo a codo, rescatando la verdad histórica de la tierra. Hoy ya la forja está preparada, para caminar, en consciencia, muy temprano hacia la escuela, a emitir nuestro sufragio.


Hoy estamos en vigilia vigilante, compartiendo el pan, en una oración ecuménica. Esgrimiendo la atenta mirada contra las traiciones que pululan en la noche. Somos millones, en ascuas, sin miedo, esquivando las trampas de la codicia y el poder, para volver a mirar la primavera como símbolo multicolor que nos hermana, que proyecta el abrazo que se nos ha vetado. Cuidándonos con responsabilidad, con el deber de sobrevivir, para ser parte de los tiempos que asoman, para entregar esta vertiente de sueños retrasados que fluye en cada pecho, entonando de memoria en murmullo una canción de reconquista, el derecho a vivir en paz.


La soberanía popular es más que una bandera, es esa sangre que fluye por los territorios, para ser mañana un acero irreductible que cimentará en la historia esta epopeya de los comunes y corrientes. Somos ese pueblo de cuero duro. Somos millones, Una nueva era se inicia mañana.


Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente, 24 de octubre, 2020



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