El 21 de Junio se celebra el día nacional de los pueblos indígenas, si bien es cierto hay muchas voces literarias conocidas de nuestros pueblos originarios actualmente, voces como Leonel Lienlaf, Graciela Huinao, Jaime Huenún y Roxana Miranda Rupailaf son parte de una gran generación de poetas y a su vez Elicura Chihuailaf gana el premio nacional de literatura, destacando así nuestros pueblos originarios, el Estado de Chile, mediante la ley 19.253, reconoce como principales pueblos indígenas de Chile a los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Atacameños o Lickan Antai, Quechua, Colla, Chango, Diaguita, Kawésqar y Yagan.
Alrededor de hace unos 10.000 años -y según algunos autores incluso más- arribaron desde el norte grupos de cazadores-recolectores que constituyeron comunidades a lo largo de todo el espacio que queda entre la Cordillera de Los Andes y el mar. Vestigios de su habitar subsisten desde el norte árido hasta la zona austral, lo que muestra su enorme capacidad de expansión y movilidad. Ellos son la base de nuestra diversidad cultural y étnica. En el transcurso de aproximadamente catorce siglos, los descendientes de estos primeros pueblos fueron transformándose poco a poco en diversas culturas y pueblos, los pueblos indígenas de Chile, los que sobreviven y los que han desaparecido. Estos pueblos y comunidades culturizaron un territorio salvaje, le otorgaron nombres a los cerros, ríos y paisajes, ocuparon por años y años las tierras donde hoy vivimos. Las primeras poblaciones probablemente eran pequeñas y poco a poco aumentaron en densidad, en capacidad tecnológica, en producción agrícola.
En los pueblos originarios se manifiesta un sentido de integración con la naturaleza que ha llegado hasta él presente. Siendo notoria la percepción de las comunidades del poder de las fuerzas naturales a las cuales se les tiene presente, en cada acto de vida, porque no han perdido el sentido de vínculo debido en gran parte a que mantienen una forma de vida de subsistencia y relación directa con el territorio que habitan: agricultura, ganadería, pesca, pastoreo.
Y a pesar de que sus miembros se han sometido, a través de los últimos siglos a la convivencia con otros pueblos (conquistadores), no han perdido este respeto, cercanía con quien les da la vida.
Hoy se cuentan, las comunidades indígenas, entre los grupos que defienden y hacen práctica el cuidado del medio ambiente, siendo conscientes del peligro en que se encuentra el planeta y enseñándole a la cultura occidental, la que aun considera a la naturaleza como un reservorio de materias primas para su usufructo y consumo desenfrenado.
La realidad es que nuestros ancestros han padecido el sometimiento de la llamada nacionalidad Chilena, a que me refiero, es que quizás no es muy conocido la manera en la que después de la guerra los pueblos que quedaron en el territorio de Chile fueron “sometidos”, historia no oficial como el comienzo del episodio más aterrador que se recuerde de violencia estatal y civil ejercida sobre la sociedad peruana de la postguerra del salitre, el proceso de desperuanizacion de Tacna, Tarapacá y Arica
En Rapa Nui, los colonos que llegaron a la pequeña isla desde Europa, lo hicieron primera vez en 1722, cuando el holandés Jacob Roggeween pisó su suelo por primera vez, y por segunda en 1770, con la expedición española de Felipe González de Ahedo. Durante mucho tiempo, la isla de Pascua se convirtió en un puerto de parada para los marinos que partían hacia Oceanía. Pero fue en el siglo XIX cuando los esclavistas peruanos se cebaron con los rapanui, y en en un plazo muy pequeño de tiempo se llevaron a más de 1.500 isleños. La explotación europea y peruana terminaría a finales de siglo, cuando Chile se hizo con la soberanía del territorio.
La “Pacificación de la Araucanía”, como se denominó esta operación, se realizó en el marco pleno de la legalidad republicana. Decisiones tomadas en el Congreso nacional, presupuestos aprobados, regimientos del ejército regular de la República, coroneles y generales profesionales, etc… No es como puede creerse una historia de aventureros desalmados. Por el lado chileno dirigía las operaciones el Ministro del Interior Señor Manuel Recabarren y por el lado Argentino el entonces Coronel y próximo Presidente de la República Julio A. Rocca. Una operación pinzas, concertada, coordinada, terminó con la oposición “araucana”.
El 24 de febrero de 1881 es fundado el Fuerte Temuco en medio de la Araucanía y el 1 de enero de 1883 se refunda la ciudad de Villarrica que había sido destruida por los mapuches o araucanos hacía casi tres siglos antes. A partir de 1884 comienza el proceso de radicación de indígenas en reservaciones. A las agrupaciones mapuches se les entregan “Títulos de Merced” por esas propiedades. Un promedio de 6 hectáreas por persona. En total se les entregó quinientas mil hectáreas a un poco menos de cien mil indígenas, dejando a muchos sin tierra. Tres mil comunidades o reservaciones fueron constituidas entre 1884 y 1927, en que concluyó el proceso. La rica sociedad ganadera fue reducida a un pequeño espacio, empobreciéndose mediante la fuerza. A partir de esta situación comienza un complejo conflicto indígena en el sur de Chile que dura hasta el día de hoy.
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