Queriendo absolutamente, mostrar de manera poética los caminos surcados por el poeta que escribe, invito al respetable lector a descifrar a través del arte de leer, estos 70 poemas… No son ficción, la mayoría se basa en experiencias de vida, además de reflexiones y mensajes existenciales.

Leer los relatos de Aleida García Castellanos es adentrarse en la cotidianeidad que nos rodea, aquí no hay escape posible, es la dura realidad y punto. Con el correr de las páginas sus personajes comienzan a sernos conocidos, como si al abrir este libro nos hubiéramos asomados a la ventana de la mera existencia. Reconocemos, entonces, las historias que ella nos cuenta con maestría, la agilidad del lenguaje y el juego de palabras para hacernos vibrar en un mundo que suele ser poco amigable en su entorno.

Marcela Royo Lira
Prologuista

Atrévete emociona, desde los primeros versos donde campea la nostalgia, el recuerdo de los mineros de Chiguayante, Coronel, Lebu y Lota… el día a día trágico, la esperanza, la resignación el delirio en cada verso que recorre este poemario
Juan Francisco Pezoa… toca y hurga en cada fibra y músculo del cuerpo y plasma entre verso y verso la risa, el dolor, la dura vida de los mineros y también, el amor a la mujer y a la familia
Como en Sub terra de Baldomero Lillo, los poemas conforman un retrato de hombres que son apenas sombras de ello, aniquilados por la servidumbre del trabajo pero que siguen empeñados en cumplir la tarea encomendada, la única que saben o pueden realizar, labores que les permiten el sustento de sus hogares.

Cristina Wormull Chiorrini

La muerte, el sexo y el Diablo se funden en una mirada fría, como si el sufrimiento fuera la zona de confort desde hace mucho tiempo. La hablante de estos poemas parece habitar el barrio pobre en total paz, con la actitud de una monja estoica de alguna clase desconocida: una monja sin dios. Aquí no hay Dios, pero el Diablo reina como gobernante legítimo.
Arturo Ruiz Ortega