Pisadas profundas
en los pastos recordados
en los barros moldeados
en los juegos ocupados.
Los choyores miran
apoyados en los rincones
Las calles marcadas
acompañadas.
Los pobladores imprimen
los aviones
que se estrellan en las paredes
El placer matutino
el abrazo
que se contagia al vuelo.
Miran pasar las risas
Los futuros compuestos
Los botes que vuelan junto a ellos
llevando a personas perdidas
entregadas al azote sistemático de una lucha
que encuentras
en cada casa
en cada corazón
Compartiendo las plumas
desplumando las heridas...
El crayón
actúa al interés de los niños
por fin alguien los escucha
y los dejan pasar de hoja, en blusa.
¡Choroy persigue!
La idea que acompaña...
Correr apoyado en algún hombro
volver al origen
encontrar la llave
del hogar
que me une al piño
y hablamos sobre
los desapercibidos relatos quemados
que la hoguera limpia y amarra
los colgados sentados esperando
que la lista los nombre
que los choroyes piquen sus celdas
en el mismo levantamiento territorial
en el mismo vuelo
Los encarcelados cumpliendo
alegoría e imperialismo
cocinado y masticado
frío
asquiento los dilatados
¿Quién come mejor que el rey?
El cocinero
y con esto la baba sepulcra
una lápida angustiante
bajo la luna
para todos los traicioneros.
Acá mismo
se comparten los llantos
los perros son estufas
las estufas, los vecinos
los choroyes, los amigos
las sillas, las bancas de una mesa
que rodea la manzana
pasan de a grupos
degustado los anticuerpos
obtenidos en los juegos
corriendo y volando
pasando el dato.
Acá todos morimos
pero reencarnamos
en las panderetas
que se pintan de cuentos perdidos.
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