El tiempo ha sido abolido. Su cuerpo tiembla, sus lágrimas un espejo en el abismo. Su clamor triangular viaja hasta el paraíso y descansa en un árbol muerto. La bestia anónima ha liberado lentamente a su sangre oprimida que exigía libertad y repatriación.
Hijo del vacío, tu llanto ha alimentado el silencio del gran arquitecto.
Hijo del vacío, tu carne llora la vida y se ríe con la muerte.
Medita su corazón en el olvido y se remonta en el silencio precósmico.
Su corazón sonríe, la hora del nuevo albor ha llegado.
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