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NUNCA MÁS RECITES UN POEMA DE AMOR EN MI CASA

  • Foto del escritor: entre parentesis
    entre parentesis
  • 16 jul 2021
  • 2 Min. de lectura

Te lo digo porque te tengo buena. Si fueras otro tocaría tu corazón con aquel cuchillo de la mesa.

Ésas fueron las palabras. Creativas o no, ésas fueron las palabras. No sabía si reír o huir. Era lo más directo que había oído.

No recites poemas de amor en mi casa. Embrujada. Un alma infeliz en un laberinto de hielo. Un muro fronterizo hecho con concreto. Aislado el hombre de toda naturaleza. Alguna brutal carcajada de una amante, habiendo ésta jugado con trampas el partido que despierta las pestañas y mancha de crema el pantalón. El grito, el hombre poseído por la zozobra del siglo. Más de quinientos años de invasión de un nunca más. Intento frustrado de liberar los esclavos. Una angustiosa Coca-Cola caliente, nunca saciando la sed de todos los desterrados de la historia.

Pero, por qué habló de recitar en un lugar donde hasta la palabra se diluye, donde el espejismo de la comunicación no es más que manchas que quedan atrás y el retrovisor acusa que la cosa para atrás no anda.

Y tan sólo. Un escrito mal recuperado de la memoria de las multitudes. Un eructo del pensamiento un algo sin opinión. Nunca escrito, ni en el más miserable de los baños los encontrarían; nadie sería capaz de venderlo en las micros o hacerlo correr mano a mano. Una volcanada de fétido aliento. El tufo. El pueblo Romano bostezando al mismo tiempo; los rellenos sanitarios de aquellos países que no reciben ayuda pero que siempre son citados por los rock stars.

El acto: un alto y bajo en kla mirada, el amor como boca de volcán. La palabra por siempre nombrada, la que defiende un tal Torres-Paredes, la que desmiente la muerte, la que causa enredo, la corta y arma, pesada y jovial en la última fumada de la vida, la que conduce con cuidado en las carreteras de la perversión, la que reemplaza a la heroína, también aquella que fundada se caga de escoliosis por soportar el mundo.

No recites poemas de amor en mi casa. El muy patúo. No firmó el contrato en el infierno. No leyó las letras pequeñas.

El muy patúo me habla de lo que no tiene. No sabe lo que tiene. No sabe que la tierra ha muerto y que los otros y pasaron de moda. Que las familias son del siglo veinte y las drogas me pertenecen. A quién se le ocurre. También andar de farra pato como lomo liso y con una gran boca.




 
 
 

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Hola soy Elías Romero 

Soy escritor y Gestor Cultural Chileno

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