DIA DE CAMPO FLORIDO
Mailen fue a recoger flores con sus amigas; el campo estaba en plena floración, un manto de colores cubría la tierra mojada, ella se fijó en una pequeña, casi minúscula, al ir a cortarla, una abeja se posó sobre ella, retiró la mano con prontitud, tuvo miedo, que la abeja le picara.
Venid, venid, mirar como la abeja trabaja; Mailen se dio cuenta que estaba llena de polen, y saltaba de flor en flor.
La jovencita recordó que la miel le encantaba y gracias a las abejas y su trabajo, su territorio siempre tenía bellos y sabrosos frutos en los árboles; entonces les dijo a sus amigas, no las arranquen, porque se secan y marchitan, cuanto lleguemos al poblado, diré a mi padre que prohíba cortarlas, a todos los habitantes del territorio.
Desde ese día nadie cortó flores y su región fue conocida como el país de la miel y las flores..
EL ARROYO QUE QUERÍA SER RIO
Un pequeño arroyo que vivía cerca de un gran rio, un día estaba inquieto, subía y bajaba por su estrecho cauce, mientras murmuraba; Estoy aburrido, nunca pasa nada, me gustaría ser un rio bravo, con mucha agua.
El rio que escuchaba se dirigió a él y le dijo: ¿Qué te pasa, te veo nervioso? él contestó: Estoy fastidiado, mis aguas son lentas, muchas veces son un hilo, son tan tranquilas que me entra hasta sueño. Sabes me gustaría ser un rio como tú con mucha agua, y que venga gente a verme para ser admirado.
Mira arroyo hay un refrán que dice: “No todo es oro lo que reluce”, ser un rio grande y bravo no es fácil, tengo que tener cuidado con las ramas arrancadas, que no me den en los ojos, que los árboles caídos que vienen con fuerza no me golpeen el cuerpo y las piedras que llegan rodando no tropiecen con mis pies y rompan los huesos, hay días, que no puedo dormir ni descansar.
En aquel momento por el horizonte asomaron unas nubes negras, un trueno retumbó y un rayo iluminó el lugar.
El rio gritó, me voy, tengo que prepararme va a llover mucho.
Efectivamente la lluvia empezó a caer con mucha fuerza, el cauce del arroyo comenzó a crecer y crecer, estaba entusiasmado, daba volteretas de alegría, y cada vez llegaba más agua.
En aquel momento pasó un montón de ramas secas que le arañaban la cara, pero el seguía jugando, un palo le dio un golpe en un brazo, estaba tan contento, que el dolor no lo sintió, se dejó ir y cayó por una cascada, del golpe le salió un chichón en la cabeza y una piedra le machacó un dedo del pie.
Al día siguiente, dejó de llover, las aguas del riachuelo empezaron a bajar y a estar en calma; Él estaba hecho polvo, parecía le habían dado una paliza, con un ojo morado, un brazo en cabestrillo y un dedo del pie roto.
El río que lo vio le dijo; ¿Te gusta ser un río grande y bravo?; entonces el riachuelo contestó: ¡no, que no, no! Si de esta salgo y no muero,” no quiero más bodas al cielo”.
UNA PIEDRA EN EL CAMINO
Había una piedra en un sendero que subía hacia la montaña, todo el mundo que pasaba por allí, le daba una patada para retirarla, una vez vino un animal y se hizo pipi sobre de ella, desesperada lloraba, pensaba, no sirvo para nada, soy rechazada y nadie me quiere.
Las lluvias del año anterior habían sido torrenciales y mucha de la tierra se había perdido por la erosión a causa de los arroyos iniciados por los aguaceros. Los ancianos del lugar se reunieron para buscar una solución, después de mucho hablar y discutir decidieron construir terrazas de piedra seca en toda la montaña y así conseguirían que la tierra fértil no se fuera hacia los ríos y el mar.
Cientos de hombre participaron en tan colosal empresa; cuando llegaron al final del trabajo, invitaron a Mailen a que pusiera la última piedra, ella iba muy contenta por la ladera, a la mitad del sendero, oyó como alguien lloraba, miró hacia el suelo y se dio cuenta que era una piedra:
Que te pasa piedrecita, nada, que nadie me quiere, todo el mundo me da patadas y hasta los animales se ríen de mí, ven, dijo Mailén, tú serás la última piedra que conmemore el trabajo de tantos hombres y servirás para sujetar a una montaña
Mailen llegó con su piedra y la puso encima de las demás, la piedra le dio las gracias y pensó, nunca hay que rendirse, por mucho que te ignoren, siempre llegara alguien que vea un diamante en ti.
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