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Lidia mansilla valenzuela

Foto del escritor: entre parentesisentre parentesis

DE MI LIBRO: PROFUNDAMENTE HUMANAS


ENARBOLANDO FRUTOS


Ahora me acuerdo de ti,

a orillas del Carampangue

aquella casa medio dormida

desgajada de tiempo,

la quinta enarbolando frutos

del durazno, los membrillos,

los guindos con sus gustillos rojos

aromatizando el aire,

y ese farol en la esquina de la noche.

Me acuerdo de la tía Elda

oliendo a manzanilla,

los sabores costinos,

tan olorosos a cochayuyos,

a emociones.

Me acuerdo de la baldosa

de la plaza de Arauco

los moreros de la calle Cochrane

y los arrollados sueños en los graneros.


De la mermelada de mora

el gallinero lleno de huevos

y la manta española de mi abuelo,

me acuerdo de la letra muda

y rayada en el silabario

las hiedras polvorosas de la escuela,

y después, la vida y sus saqueos.


RETRATOS


La nublada ciudad, seria y afligida,

de santos claroscuros,

la vieja escuela primaria

y tu mujer de mi patria

cubriéndote de cartón.


El volantín azul arriba

en el recuerdo de la provincia olvidada,

las matitas de poroto y zapallo creciendo,

prendiéndose en los muros del alma,


Las calles y sus retratos,

afianzando un sol perfecto y polvoso,

los cantos escritos en la piedra,

por la mano que ninguno conoce


Y después, después, golpeando la nostalgia

las cacerías y borracheras en la nada,

adentro el espíritu irreparable,


Los versos honestos entre los sembrados,

las vértebras enterradas, los viñedos

las islas profundas de la península

lo mismo que una comida de invierno,

y después, la mujer confundida

a patadas con los manicomios,

por el desamor y los golpes.



AÑO DURO


Los mensajes lluviosos:

de una madre

“estudia, hija”,

las cosechas van malitas,

los sueños se van cayendo del cielo

y a tu pequeña se le quebró un diente.


¿Qué te sucede?...

manda un giro, nosotros rezamos por ti.

ha sido mala la cosecha hija


Hija es duro el año

abrazos te manda tu padre

y yo un poco de charqui

aquí, ya hay violetas,


Cuídate,

están caras las aceitunas

aun como las patitas de chancho,

miel, quesitos de cabra,

murió el vecino aquel que cuidaba

los árboles de la plaza.


Cuídate mi niña

el año ha sido malo.

Y tu hija te espera.



CARTIGO SIN SABER


 Como una muñeca de loza,

sobresalían sus ojos color miel

enclaustrados bajo la tristeza, 

era casi una niña, una mujer.


Largos cabellos negros

cubrían sus menudos pechos,

mientras su hijo se alimentaba,

deja entrever cómo brota

su amor bajo la angustia

del castigo sin saber.


La palidez de su blanca figura,

y en su risa imperfecta

muestra huellas violáceas

esculpida en su rostro.


Tenía las manos fuertes

y sus dedos eran largos

igual a las uñas que los remataban.

 

Bella su cara de niña

con pequeñas pequitas

y entre sus labios 

una armoniosa sonrisa

mientras a su niño amamantaba.



PUESTA EN PIE


Y así te pensé entre sueños:

puesta en pie,

levitando libre entre las sedosas nubes

de la noche otoñal.


Ha sido un sueño vulnerado

por los deseos incontenibles de penetrar

el cuenco de tu historia,

te he visto vestida de amazona,

cabalgando sobre amaneceres,

danzando hasta exprimir tu esencia.


Hoy despierto con la dulce sensación

de conocer los andares sobre la gruta

donde escondes la sabia

por el miedo a sentirte incomprendida


Quiero saberte en mi historia,

ser parte de la tuya

y mis nietas

conozcan tu nombre y tu niño,

tu pasión y tu desvelo,

tu locura y tu cordura, el ser mujer.


MI PEQUEÑA NIÑA


Permite mi pequeña niña

antes que comience la batalla,

y rendidas caigamos entre las horas

tu abrazo de ternura

se cuelgue a mi abrazo cansino,

despeje la mente de las ansias

que produce el trabajo.


Evitar esas angustias

con las que llego

después de toda una jornada

entre cuatro paredes

donde le doy ganas a la vida.


Déjame saboree tu sonrisa

déjame sorbo a sorbo

me embriague en la ternura de tus ojos.


Mi dulce niña

luego cuando hayas alcanzado

la edad de la primavera

te deseo prolongues tus deleites.


EN EL JUSTO MOMENTO


No me pidas

olvide aquella noche,

de tu cuerpo insepulto,

quiero seguir nutriendo

la historia, para que nunca más.


Gritar en el justo momento

en que deposito una oración blanca

en el exacto instante

en que el sol se oculta por el horizonte

y aun no hay respuestas.


No se sabe dónde estas

dueles entre los goces

del arrebol de abril,

cuando las páginas de los libros

dicen verdades

gritan sueños

y no hay justicia.


¡Tengo sed!

Tengo hambre,

tengo sueño...

tras esta larga pesadilla

de tu ausencia.


UNA Y MIL VECES VOLVER


Y pensar

pese al tiempo transcurrido

aún se erizan recuerdos

cuando los jazmines aroman

los azules de la patria.


y evoco aquella marejada

que prendió la mecha de igualdad

olvidar no puedo

el viento arremolinado despierta

los 50 años sin ti


y volver, una y mil veces,

a acunarme en las arenas,

atrapada,

presa,

encadenada

a la juventud

percibiendo tus anhelos

y el abrazo postrero

de la muerte adelantada.

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