Nunca nos dimos cuenta,
Que estábamos haciendo nudos
Entre tu alma y la mía
Férreos por naturaleza,
Silenciosos;
Linfáticos en su principio activo
A veces dominados en el regazo del tiempo
Durmiendo placenteros;
No por indiferencia
Si no que los la protección inherente
A las cosas que no tienen fin
Mientras;
Invisibles gotas de sangre
Construyen amasijos
De tierra costeña,
Añadiendo el agua que entregan tus ojos
Para saciar los recuerdos
De la pequeña rivera
Refugio de cigarras
De voluntaria valentía,
Esgrimiendo argumentos
En un día impensado
Tu sabes que elevabas tu canto
A la par del océano Pacífico
A la par de las gaviotas distantes
A la par de los bellos árboles
Había una destreza
En tu forma de hablar
Suave,
Como las hojas
Cuando caen a tierra
Bellas en su canto inmutable
Qué no pareciera:
Que están a punto
De extinguir su vida
Qué no pareciera:
Que son ellas
Las dueñas de la existencia
Prudentes
Como los astros que acumulaste
Dentro de tu corazón
Pero no menos importantes,
Nunca menos presentes
Porque eran instancias,
Digamos;
Parecidas:
A los reflejos de las estrellas fugaces
Que buscabas con tanto ahínco
Todo lo usaste a tu favor
Si había una mirada,
Una palabra,
O un gesto
Era para asir:
Un maravilloso nudo,
Un invisible nudo entre tú y yo;
Y tu hermoso...
Silencio eterno
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