Los, dispersos en los cuatro costados del mundo, a lo mejor inmundo, todo depende del cristal con que se mire, algunos o muchos con los que nunca nos veremos las caras, como están metidos en sus variadas y a veces muy personales trincheras, vidas y entornos geográficos. Nos encontramos abocados a esta alternativa, o vivimos del todo y puramente la vida de todos los días o nos metimos en el mundo virtual intentando conocerlos uno a uno, saludarlos al menos, averiguar en qué bollos andan metidos, cómo la están pasando, vemos las fotos, las actividades, por lo menos algunas y se nos escurre así parte del día Claro que están también las películas japonesas y coreanas de terror, con subtítulos, el found footage, una novela genial de Jack Williamson, esa otra increíble de Stephen King , Hearts in Atlantis, donde pretende dar cuenta de los sesenta estadounidenses. Intento nunca hecho en el caso de Chile. Íbamos a caminar un poco pero ya estamos cansados y nos vamos a quedar aquí sentados otro rato en el porche de mi cabra. O quizás no nos interesa irnos a pasear por estas cuatro esquinas, sobre todo con pandemia, un calor de los demonios y todo el mundo enmascarado.
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