Nos echaron como a perros sarnosos, nos lanzaron a esta tierra de hielo y pequeñas ciudades mecanizadas, donde uno no ve nunca a los vecinos. Se tiene una sensación como de fin de mundo que uno asocia a los primeros astronautas en la Luna
“Es verdad, pero oye. Nadie podrá discutirlo. Una pareja de chinos jóvenes acaba de instalar un bazar. Dos o tres escritores importantes tienen nombres cuya pronunciación hace sudar a los naturales. En las ciudades más grandes, en los buses y el Metro se ve todo tipo de caras. Se escucha todo tipo de dialectos. Rara vez alguien de aquí arruga el ceño y frunce los labios porque escucha su idioma enrarecido en nuestros labios. En los distintos gobiernos provinciales, en las reparticiones del Gobierno Federal se crean comisiones para solucionar algunos problemas de todos conocidos. Brindemos por un futuro que sea como un crisol de razas y lenguas
Mimeticémonos por el momento con el medio. En estas décadas alrededor del mundo, como gorriones y palomas, hemos aprendido a hacerlo. Estamos de moda. Las olas inacabables y sucesivas de los refugiados y exilados tercermundistas se agolpan en las aduanas de los países más ó menos ricos, más o menos tranquilos. Como un mar inmovilizado y multifacético esperan el timbrado de sus visas en los aeropuertos internacionales en Ottawa, Montreal, Toronto.
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