Corre el 1982. Se me acercan los salvas y me entregan unos poemas en hojas sueltas, escritos a veces al calor del combate, en esa guerra revolucionaria que desangraba al Pulgarcito de América. Llamo a la Joan, que estudia español en la U. de Carleton y es modelo, decora semanalmente la vitrina de una conocida tienda de modas en la calle Bank y está empezando a aparecer en las portadas de revistas: una pelirroja de perfil finísimo sobre una piel de tigre. Pero más adelante, su misma belleza, bastante fuera de lo normal, frustró su carrera. Su agente le dijo ”mira, las modelos tienen que ser bonitas, pero lo suficientemente comunes como para que muchas niñas que estudian o trabajan por aquí y por allá se identifiquen con ellas. En tu caso eso es difícil. Puedes despertar pica, incluso resentimiento”. Pero para que vean lo que valen los estereotipos sobre las mujeres bonitas, ella tradujo conmigo al inglés estos poemas. De ahí salió una pequeña antología bilingüe, El Salvador people' poetry que publicamos en Cordillera sin su pie de imprenta en esa ocasión, por razones obvias en ese tiempo que no voy a comentar aquí. El libro se lanzó en Ottawa en el teatro de la Universidad de Carleton. Pusimos unas mesa con los libros a la entrada. Esa noche, a teatro lleno, se presentaba como plato de fondo la banda de Reggae The Conquering Lion, si no me equivoco. En un intermedio me subo al escenario para anunciar al público que nuestro libro está a la venta afuera y agradecerles a los organizadores. Se me acerca uno de los músicos, bajo, macizo, de bellos y abundantes dreadlocks y me empieza a hablar en castellano “De dónde eres, pata” me dice. “Ante mi sorpresa me explica que él es peruano y que lleva bastante tocando con esta banda jamaicana, ”una de las mejores”, me dice. Poco después, la antología la presentó en Toronto una asociación hindú progresista, la ganancia por las ventas a beneficio de Salpress: un servicio noticioso independiente de El Salvador.
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