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Foto del escritorJorge Etcheverry

EL ADVENIMIENTO DE LAS AMAZONAS

Las apariciones en la historia de esas guerreras, que se defienden y rigen sus sociedades son más escasas que las figuras de las diosas originarias suplantadas o subordinadas por dioses masculinos de barba, fuego y espada que las borraron de los frescos mientras pasaban a cuchillo a las poblaciones infieles y terminaban trasmutándose en el Gran Dios de los Negocios


Que vela por la solidez de nuestras inversiones, viste maletín y terno para administrar los negocios de las iglesias de la Cruz, la Estrella de Seis Puntas, la Medialuna, con sus listas de mandamientos que mezclan lo trivial de la comida y el atuendo con la ocasional frase dirigida al cuidado y respeto del así llamado prójimo, quizás para asegurar que no se extinga esa—pareciera pero no—inagotable fuerza de trabajo


Luego de milenios de lucha llevada a cabo contra el telón de fondo de las condiciones económicas y sociales que nombradas así a la ligera dan la impresión de ser sumamente abstractas

Pero que esconden su realidad demasiado concreta detrás de clichés y lugares comunes sean o no científicos o pertinentes para el análisis de las fuerzas productivas, las relaciones de producción


Las ideologías se desprenden de ellas como oleadas de un magma de pungente y perfumada viscosidad que se concretiza, solidifica o cristaliza, algunos podrían decir que se congela, en ese vasto friso que llamamos cultura


Sucede que luego de algunas escaramuzas las mujeres pasan a ser esclavas y son recluidas a la pieza del fondo o enviadas a juntar y preparar comida para sustento del macho que mueve las guerras en remotas o no tan remotas regiones


El control de la reproducción de los genes asegura el dominio de los jefes de clanes guerreros que se agazapan bajo la vestimenta y estilo de vida de todas las grandes religiones, se mimetizan bajo algunas concepciones de mundo prestigiadas y respetables


Se promueve y realiza la segregación, flagelación, en otros tiempos la tortura y quema de innumerables mujeres que se atreven a asomarse a las avenidas del poder y el conocimiento cuyo tránsito les está prohibido


Oliendo una especie de Apocalipsis el animal macho humano husmea con sus narices dilatadas a los cuatro vientos y encierra a sus mujeres en corrales y cárceles


Marcándolas a fuego, infringiéndoles terror y sumisión por doquiera, aquí y la quebrada del ají, en descampados y aldeas, en las calles de las más modernas megápolis


Piensa así controlar en cada caso y a su beneficio el hecho de la amenaza que se cierne sobre la especie


Siempre listo a identificar a La Humanidad con su propia tribu, su peculiar manera de comprar y vender, de torturar, prohibir, celebrar, vestir, comer y matar


Pero nada puede a las finales poner un dique a la verdad que sonríe debajo de estos tejes y manejes

La irrelevancia genética del Varón de la Especie ya la estableció la Ciencia. Se da el caso de guaguas haploides hijas de madres normales y padres alcohólicos


Cuyo espermio provoca la división de un óvulo sin cromosomas del hombre


Sobre eso la Wikipedia dice “con gametos masculinos, no se ha logrado todavía el desarrollo de embriones, las células masculinas están generalmente reducidas para la única función de fecundar”


No olvidemos tampoco mencionar la comprobada y paulatina pérdida de material genético en los espermios varones


Sobre todo de quienes nos debatimos en estas megápolis de atmósfera envenenada.


Una etapa inédita se insinúa como una alborada a la vuelta de la esquina de los siglos.


Quizás se trata de un nuevo y verdadero socialismo que florecerá bajo la égida femenina. Esa será la Era de las Amazonas



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