top of page
Foto del escritorJorge Etcheverry

Fiebre A: Gustav Meyrink

No es algo tan nuevo: el autor austríaco Gustavo Meyrink refiere un caso similar en uno de sus cuentos. Que los genes de la humanidad encierran más sorpresas de lo que sería de esperar se demostró en la época de las pandemias, que diezmaron a la población, respetando misteriosamente a ciertos individuos. Pero los tiempos no están para disertaciones ni debates. 


En estos días cuentan otras habilidades más básicas: la capacidad de construir un albergue a partir de los materiales más heterogéneos, de digerir bien y aprovechadamente, mantener una buena dentadura, elemento ligado a lo anterior, y sobre todo tener un cierto control sobre las propias emociones, para que no suba la fiebre. Pero ni siquiera trato de discutirle, ya que eso la Clara no podía o no quería ver que la fiebre efectivamente sube cuando, por ejemplo, en una discusión, se pasa del nivel de las meras palabras al de las imprecaciones y las amenazas. Y no es que ella sea egoísta. Por el contrario, es una persona emotiva y sentimental, ama a los seres humanos, es capaz de compartir sus penas y alegrías. Y eso es a la vez una fuente inagotable de placer para mí, y de desgracia y sufrimiento ciertos para todos aquellos que no se encuentren a una distancia segura: El aire se calienta, primero imperceptiblemente, y luego, antes de que el observador pueda decir si se trata de una mera variación de temperatura, parece arder, sofocando, achicharrando las carnes. Un minuto más y las aguas se evaporan y algunas hierbas y ramas, las secas al principio, comienzan a arder. Los espectadores “fríos” ya saben a qué atenerse desde los primeros segundos. Echan a correr ciegamente, la cabeza agachada, eligiendo como por instinto la dirección opuesta al foco de calor (nosotros y nuestra carne incombustible). Clara piensa que algunos tienen una especie de sexto sentido. Puede ser, pero la verdad es que, pese a que en estas últimas décadas han pasado cosas muy extrañas sobre la faz de la tierra, no creo en las facultades paranormales. Es propio de las culturas en decadencia caer en la superstición. Pero ni siquiera trato de discutirle, ya que eso la excitará inevitablemente haciendo que le suba la temperatura. Trato de cambiar de tema. “¿Viste la otra noche unos resplandores rosados, hacia la costa?” Pero esto la excita aún más y a poco siento el calor como un ramalazo, mientras los familiares hilitos de humo empiezan a desprenderse del suelo alrededor de sus nalgas, talones, una mano, aquellas partes en contacto con el suelo de su cuerpo desnudo. Al que no osaré mirar muy prolongadamente, ya que la excitación me hará subir la temperatura, que se combinará con la de ella, quemándolo prácticamente todo, y no dejando más que ceniza en kilómetros a la redonda. Es por eso que siempre hacemos el amor en lugares alejados. Clara se queja, haciendo subir la temperatura, mientras caminamos hacia lugares deshabitados, para saciar nuestros impulsos, mientras a lo lejos el pálido horizonte es sólo una línea sin vida. No más chimeneas, ni aviones. Me dejo invadir por la nostalgia. A veces imagino que para mí es más duro, ya que siempre viví en una ciudad. Entonces me sube la fiebre unos quinientos grados, ya que esas emociones ligadas al pasado siempre son intensas. El humo comienza a levantarse bajo mis pies, entre los matorrales a mi lado y es como un aviso que les estoy mandando a los demás para que se alejen, ya que esta noche los dos nos deseamos intensamente y nuestras temperaturas comienzan a subir incluso antes de que se manifiesten los indicios de la excitación; piel y labios húmedos, corazón y respiración agitados, y ya parece que anduviéramos envueltos en llamas. Clara dice que tiene un presentimiento y me mira de soslayo, luego se pasa la mano sobre el vientre. Yo la miro un instante sin comprender, luego el pavor y la dicha se apoderan de mí. Puedo ver y oír cómo el calor producido choca allá lejos contra algo, pulverizándolo, mi propio calor, producto de mi propia fiebre. Esto que empezó nadie sabe cómo y que quizás habrá de terminar y quizás no, pero que ya no es tan importante.

11 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Komentáře


bottom of page