Aztecas
corazón secándose en las gradas de piedra
Incas
gélida nota del viento a través de la caña
(Las estrellas al alcance de la mano)
Arauco
ciénaga entre ríos
habitación de altivos clanes matriarcales
(Las machis conjuran a la lluvia
como flor vociferante
brotada entre las ramas del canelo)
Llega la planta del hombre blanco
cubierta de acero
enterrando banderas en la arena
espadas en los pechos
escurriendo entre las barbas
las terribles palabras del vasco
el castellano, el portugués
el francés
el inglés y el flamenco
hincando en la tierra los cascos herrados
de sus caballos árabes
el trípode del volcán portátil
de los arcabuces
Callan los cantos ceremoniales
de la guerra florida
Los Amautas desaparecen llevados
por el último presagio
Los dioses barbudos anularon la historia
Se despedaza la vasija de barro
Se enredan los cordones del quipo
Un rayo cae sobre el canelo
Los pieles rojas adelgazan su estirpe
retrocediendo como sombras montadas a caballo
perseguido por pistoleros y misioneros
Mientras se subdividen hasta el infinito
las repúblicas mestizas, al Sur
Y se unifican las repúblicas blancas
hacia el Norte
y las carreteras se estiran
por las praderas del bisonte
y las ciudades crecen hacia lo alto
hacia lo ancho
Y el Norte engulle al Sur
Luego que el conquistador retira sus banderas
deja a sus hijos el terreno
se sube otra vez a su barca
Y el norte se hace cada vez más blanco
Y el sur es moreno y pobre
y el Norte es poderoso:
Bosque de industrias
Sementera de fusiles
Y el sajón de Wall Street
lacea las pequeñas repúblicas del sur
Como su antepasado laceaba las reses.
(Publicado en "La Calle", Santiago, 1986)
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