Las noticias se suceden como un cadáver bidimensional pero que dotado del volumen de la imagen y la fotografía nos dilucida el mundo atroz tachonado de rostros en todas posibilidades del dolor, cuerpos en todas las contorsiones y los ángulos posibles del quebrantamiento y la mutilación—mientras nosotros los televidentes nos despertamos a eso pero también a lavarse, vestirse, tomar desayuno y seguir los estrenos cinematográficos, su carrera de ingresos cotizados en millones la primera semana, las ultimas anécdotas de las estrellas de cine—celebridades como les dicen ahora—separamos el presupuesto para el día
No faltan las innúmeras voces que proclaman que nunca más, que denuncian y lamentan—no faltan sino se multiplican desde todos los ámbitos que aύna la mega o micro pantalla—personeros y líderes de diversos estados y países—grupos de interés—sectas—parlamentos-organizaciones gubernamentales—repiten ese mensaje incluso bajo la maraña de las cejas torvas—las mandíbulas apretadas de por sí y ante sí o como portavoces de los mismos grupos que dan esa su versión de los hechos y quizás preparan nuevos y luctuosos días de sangre
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