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Foto del escritorJorge Etcheverry

Marea de fondo

Pero hablando en serio, debo confesar mi frecuentación troglodita del Nuevo Mundo Virtual, como el topo que cegado por decenios, qué, por la totalidad de una vida en la penumbra desde su nacimiento y por consiguiente y por razones físicas que no vale descreer en un mundo a las finales material, tiene los ojos atrofiados, apenas una ranura horizontal de un repelente color rosáceo, entre los espesos párpados de una piel tupida y oscura, aunque con unos pelos cortitos, como cerdas. Entonces como en ese mito platónico se asoma afuera por primera vez con sus ojos lagrimeantes, sus movimientos torpes, como los encadenados en la caverna y que más encima han estado mirando siempre para la muralla salen al mundo del sol, a hacer el loco hasta que se acostumbran, si es que. Resumiendo, así me adentré en ese Mundo de la Representación y Expresión Electrónica que tantas posibilidades nos depara a los feos y anónimos habitantes de las megaciudades, alienados es la palabra que usan Los Académicos, y ahí metemos baza, damos la mano para que nos tomen el pie, entramos como Pedro por su Casa y recibimos mensajes de los Cuatro Rincones del Mundo como múltiples bandadas de pájaros mensajeros, incorpóreos, pero aún así

Y no he podido sino fijarme en esos ritmos de actividad creciente y casi febril que se producen sin que importe el paralelo o meridiano, el huso horario, el hemisferio o estación del año. Uno podría alegar que claro, en el Hemisferio Norte bajan todas las actividades en verano, junio julio y agosto, que eso pasa también en diciembre y a veces se desparrama en los meses vecinos, y que de seguro en el Sur los meses de baja van a ser el verano de ellos, enero febrero marzo y por supuesto diciembre por la pascua. Pero no. Esas compresiones y relajaciones de mínimas noticias y movimiento, de abulia, de clichés y somnolencia abarcan todo el mundo virtual y se ven seguido por igualmente universales momentos tan frenéticos como chispeantes

Entonces, como contracción y distensión, el día y la noche, sístole y diástole, arcis y tesis, tesis y antítesis, ying y yang, métanle cualquier dualismo que quieran, el más regalón que tengan de las manoseadas, fáciles parejas de contrarios, así se expande y contrae manifestándose en ese mundo electrónico nuevo (relativamente) y etéreo, pero no tanto, ya que tiene las patitas bien metidas en el barro, así se aprieta y se suelta esa vagina de la dama de siempre, LA ENTROPÍA, que entonces y desde ese universo un poco alternativo pero enraizado, pretensión de apertura y omnipresencia que en un primer momento abrazáramos con tantas esperanzas, me guiña el ojo de nuevo reafirmando su seducción, su imperio incluso aquí, donde me había refugiado para huir de sus cuidados, de su cariño de doble filo. Con otro y más amenazante nivel de intimidad. No tan sólo para mí, sino para todos los ilusos esperanzados y quizás este mismo mundo material.


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