Todavía más o menos en buena forma—toco madera—, uno setenta y ocho deambulo por las calles de esta ciudad ya no tan chica en las antípodas en una latitud norte que corresponde a la de Punta Arenas—sigo aquejado por el pavor a levantar el vuelo en términos mecánicos, pero suelo volar bastante en sueños. Mi abuela decía que si Dios nos quisiera en el aire nos habría dado alas
Retomando el hilo elijo mi vertiente materna, la otra se esfuma en el misterio—mi papá se separó de mi mamá y se fue a la Argentina, me contactó aquí en este hemisferio por carta después de décadas. Entonces aquí no tiene pito que tocar
Para la Guerra del Pacífico las autoridades chilenas internan a un joven médico peruano en la casa de una familia local en Caldera. Al fin del conflicto se queda en Chile y se casa con la hija. Ejerce su profesión, le deja la plata de los remedios con la receta a los pacientes pobres. Construye un ferrocarril entre Caldera y su mina El Encanto.
Mi madre aterriza del sueño del ballet y los bailes de sociedad cuando relegan a mi abuelo a la Isla de Pascua. Nos cría con mi hermana con su trabajo en el banco. Mi padrastro y el mentado abuelo que estuvo con Grove en los 12 días de esa república socialista matrimonial de Lenín y la Blavatsky me despiertan el hambre de leer en una de éstas de escribir—esto más bien parece autobiografía y ni eso, todavía no aparezco. Pero la historia familiar y el ambiente formativo cuentan, digo yo
Casi tanto como la genética, entonces a lo que íbamos
El Liceo Lastarria todavía me sale en sueños. El Peda de los sesenta un centro calidoscópico frente a la monocromía de otras facultades, otras universidades regadas por todo el país.
Porque en las Termas de Macul los rábanos, los mirachos, la Academia de Castellano, el Grupo América, la Escuela de Santiago el MR2 original del Portofino, el Poder Joven—Silo—el MIR FR, escisión troska, la OMR escisión troska — el Bandera Roja— el PCR, por supuesto maoísta, la VOP, la Vanguardia Comunista, en lo iniciatico una fugaz célula de seguidores de Bovisio, el grupo se si quiere más fugaz del Trabajo con Libros que nunca tuvo más tres miembros—además el Quila, la IRI de los anarcos de filosofía, una nueva prosa imbuida de elementos anglosajones, por supuesto los partidos de la UP, el Movimiento Camilo Torres, y se me deben quedar varias cosas en el tintero, además de que no estoy nombrando personas, solo poniendo contexto
Está la historia personal y colectiva, social si se quiere, luego el golpe y el trasplante, cosa harto común no tan solo en mi generación—pero como si fuéramos caracoles se lleva la casa—mental— a cuestas—no me vengan con historias el exilio no es tan terrible algunas veces aunque sea una de las cebollas que más vende, que da más dividendos.
Estar en otra ciudad que pudiera ser cualquiera saliéndome al encuentro desde escaparates, espejos, cuerpos acuosos, fotos que me sacan. Dicen algunos que me veo más o menos lo mismo—para volver al comienzo—será por la cara angular y por seguir siendo más o menos flaco y pegado al mismo tipo de ropa
Todavía uno que otro puchito su traguito caído tratando de escribir—unos dicen que este tipo de cosa medio poesía medio prosa es lo me mejor me sale. Y soy uno de los tantos que se entrecruzan en estas ciudades cosmopolitas. Como una pirámide invertida se elevan esas cargas personales invisibles desde el vértice mínimo aquí abajo y hasta la ancha base de las memorias, los sueños, los proyectos.
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