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Foto del escritorJorge Etcheverry

Rómulo y Remo

El primero aparece como un líder en contacto—-probable y muy posible—con su pueblo. Es macizo, de anchas espaldas, cuelo corto y sólido, un conjunto que parece sólidamente ensamblado, se advierte destreza y agilidad física, que quizá indica la práctica habitual de un deporte, o al menos del ejercicio habitual, trote, ciclismo o artes marciales. En las entrevistas y apariciones televisadas se advierten ademanes y movimientos que fluyen con facilidad. Tiene una especie de contención, mesura, en los gestos gestos y actitudes, que quizás en una situación menos formal se hubieran ejecutado con más desenvoltura. “Natural” es la palabra que le vendría a la cabeza al televidente. Esa sensación casi subliminal de no estar totalmente a gusto en este ambiente artificial y cerrado se le comunica quizás al espectador, apelando inconscientemente al mito de la naturaleza, del hombre salvaje, de gea, de la conexión siempre deseable y ausente entre hombre y naturaleza. Vamos ahora a una toma reciente del otro postulante: reservado, de cara más bien ancha, blanca, pálida, un atisbo de pómulos salientes, ojos grises, parece, pequeños, penetrantes, bajo la mata de pelo negro cuidadosamente cortado casi al cepillo. Unos rasgos casi inexpresivos, una posición relajada, las manos sobre el escritorio, un gesto que tiene es mirar esas manos, cruzarlas, flexionar los dedos. Se nota que pasa gran parte de su tiempo en un escritorio, redactando, observando una pantalla. Ahí donde el primero deja casi entrever una tensión apenas contenida, a punto de explotar, el segundo muestra algo así como la calma, también en definitiva falsa, del predador que inmóvil acecha a la presa a veces durante días, o la del maestro de artes marciales que se desplaza calmada, lenta, grácilmente, para dar el certero y súbito golpe de gracia. Una vez más me pregunto cómo el genotipo—el paquete genético básico que conforma las características esenciales de esta especie primate—se despliegue con tanta variedad en sus fenotipos individuales—cosa inédita incluso entre los primates más próximos a nuestro objeto de experimentación y estudio. Claro que eso lo sabe el investigador por principio, aparece en todos los manuales, es un axioma. Pero para poder apreciar la variada concreción de todo fenómeno surgido de la planificación, y sus manifestaciones a veces impredecibles, la experiencia concreta, de campo, es insustituible. Cabe por ejemplo que el primer sujeto dé un traspié, cometa un exabrupto, desarrolle algún afecto apasionado por alguna artista, actriz, corista, modelo o cantante, poeta o miembro de su cofradía política o personal más íntima, que vaya aumentando paulatinamente esa vitalidad natural suya hasta que se transforme en euforia, que se envicie, se refocile con las multitudes que lo celebran y lo aplauden, que se ponga hablador, dicharachero, bromista en entrevistas, que comience a abusar del alcohol, de alguna sustancia, fenómenos todos más o menos probables, pero que quizás en los hechos concretos nunca lleguen a adoptar un perfil como el ya esbozado. El otro puede llegar a las cimas de la Realpolitik, estableciendo alianzas, sopesando al adversario, adivinando al posible seguidor o agente, su cara inexpresiva, su ancha frente, sus manos delgadas y ese hábito de fumar, de pasearse en círculos por los pasillos, las manos en los bolsillos. En cartas personales, mensajes y testimonios virtuales, alguien ha dicho tener la impresión de que detrás de la frente combada, los ojos grises, hay una perfecta e implacable computadora. Quizá la paranoia hará que se vaya quedando solo, que consolide su poder hasta límites increíbles, encarcelando y mandando ejecutar a los miembros de su círculo interno cuyo peligro crecerá en relación directa con su proximidad al líder. Pero estas son extrapolaciones. Hay instancias en que ni siquiera las predicciones más acuciosas del planificador genético/social se acercan a los productos individuales y concretos de los experimentos, por la sencilla razón de que no solo el material genético moldea a los individuos. Es indiscutible que el medio ambiente tiene un papel importante en este proceso. De ahí que los informes de primera mano y las proyecciones que derivamos nosotros, los que operamos en el terreno, sean importantísimas para el diseño de nuevos y más exactos planes de socioformación.



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