CAMPANAS EN LA COLINA REPICARONCUANDO LLEGASTE
El ángel sin alas,
en un ascensor descompuesto,
que lo lleva a ninguna parte.
Una calle lo acoge sin gloria:
algo domina el asfalto,
y penetra el alma imperceptible.
Arrodillado en una esquina sin restricción,
no supo que al jugar,
las cartas estarían marcadas
por los siglos de los siglos.
Choca a una paloma en pleno centro,
sin saber que otro ángel disfrazado,
pretendía deslumbrarlo con sus alas:
sombra a sombra derramada.
Billetes trasmutados.
Chequeras incineradas.
Ángel cautivo de lo humano:
amante de esta vida.
De " Nada es personal en la extraña tarde de rubíes ". 1998
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