EL NIÑO QUE LEYÓ A HUXLEY
Tomé la línea tres del Metro y viví una experiencia que me alegró, emocionándome a la vez.
Subí al carro, me senté, como siempre rodeada de personas hipnotizadas por sus celulares. Miro hacia mi lado derecho y veo a un niño, de unos once años aproximadamente, leyendo.
No pude disimular mi curiosidad y giré la cabeza para alcanzar a ver el título del libro: " Un mundo feliz" de Aldous Huxley.
El niño completamente imbuido en la lectura no se da cuenta de mi indiscreción. Mi alegría era tanta que no pude evitar hablar y le digo: ¡ Excelente libro! Y me responde, sí, lo estoy disfrutando mucho.
-Es un libro que retrata mucho a la sociedad actual- murmuro.
El chico me responde:
-Claro, el se adelantó a la realidad, fue un visionario-
A esas alturas yo estaba completamente fascinada y me atrevo a insinuarle: lea a Orwell, "1984" y él me responde, -ya lo leí, me encantó-
Le pregunto si el colegio le pide que lea ese tipo de libros para alguna asignatura, responde que no, los lee por iniciativa propia.
Ya voy llegando a mi destino y de verdad sonrío, me siento realmente feliz, los zombies virtuales desaparecen y sólo miro al niño ensimismado leyendo y le susurro:
- Te recomiendo Farenheit 451, de RayBradbury-
- Siii, me responde entusiasmado, ese lo tuve que leer en el colegio-
Tengo que bajar en la siguiente estación, tengo el alma repleta de felicidad.
Todavía algunos seres leen, y ese niño me lo demuestra con obras de gran valor artístico, que denota un pensamiento reflexivo y crítico.
El tren se detiene. Antes de salir por las modernas puertas, me doy vuelta y tímidamente, pero con fuerza le digo:
- ¡No cambies!-
Diviso su sonrisa luminosa entre las páginas abiertas del libro escrito por Aldous Huxley.
Salgo del vagón y me pierdo entre siluetas vagas, casi irreales subiendo y bajando escaleras, en túneles con cámaras de vigilancia, que seguramente, fríamente, filmaron una escena humana, no virtual, que nunca olvidaré.
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