Lunas clandestinas
La mañana me abraza piadosa y descubro que he soñado,
Que perdí la libertad en los recodos de tu cuerpo,
Que tejí de ilusiones la noche que nos amamos,
Que me abracé a tus piernas canturreando atardeceres,
Que deslumbré los ecos con mis murmullos,
Que no eras mío y nunca lo serás, aunque lo fuiste, herido,
De placer, de dudas, de lamentos, mientras el tango auscultaba,
Mis oídos y tus brazos danzaban en la cama cubriendo los sexos,
Como látigos invisibles los susurros y el whisky y el cigarro,
La puerta cerrada me indica que no estás y el estallido,
De realidad incierta me encierra en laberintos y encarcela,
No hay certeza que el sol me alumbre el rostro y respiro,
Siento alivio al palpar mis piernas y espero que corran,
Hacia la luz que comienza a invadir lentamente el territorio,
Aunque sin destino, la vida nos convierte en lunas clandestinas.
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