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  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Mar 15, 2021
  • 2 min read

Urgentemente

cruzo la plaza de San Pedro

para presentar mi expediente azul

reclamando por el oprobio

que manchó tu historia,

Doña Catalina de Los Ríos y Lisperguer


Para hacer sentir al Sumo Pontífice

la crueldad perversa de sus inquisidores,

la calumnia ululante que cruzaba la Colonia

amedrentando, pervirtiendo, codiciando,

esclavizando indios, usando sus mujeres


Quiero decirle al Papa que fuiste su víctima,

perseguida pelirroja de orgullo empedernido,

y necesitas de él un mea culpa

Porque quisieron apropiarse de tus bienes

Descalificar tu impronta de mujer valiente

Sepultarte en un claustro, como a tantas


Pero tu látigo sacudió sus dientes de oro

Defendiendo lo tuyo, tu dignidad y tu albedrío

Evitando que la codicia

forrada en hábitos e inciensos

se quedara con tus tierras

No podía permitirlo tu prestancia rebelde


Te acusaron de maldita

Que al propio Cristo de mayo habrías expulsado

Murmuraron por el barroso campo de Santiago

Sus dientes enrojecidos de odio te mordieron el alma

Acusada de malvada, devoradora de esclavos

Apenas humana, la Quintrala


Pero detrás de eso, la ambición desbocada

La fiera camuflada vestía sus hábitos de muerte

Rastrera se escondía en los portalones

Estirando los cuerpos sin misericordia

Estampando la verdad en su cruenta historia


Impía te llamaron

Basura de tu honra hicieron

Hasta dejar establecidas en leyendas

las mil misas redentoras

que habrías ordenado para salvar tu alma


Indómita, Catalina de los Ríos y Lisperguer,

el puente de la ira se rompió a tus espaldas

Has sido víctima desolada de la mentira oficial


Por eso, cruzo la plaza de San Pedro

Los orines del cenáculo se arremolinan

recordando las voces del Santo Oficio,

las torturas disfrazadas de piadosa espiga


Llego al Papa somnoliento

El mismo que espera quinientos años

para un perdón

apenas susurrado en el ángelus


Y le grito desde la plaza

hasta el balcón de las palomas

Que sus mentiras ya no te alcanzan

Que la vida te rodea y que la luz de la justicia

abraza tu cabellera pelirroja


Y le exijo que te dejen volver a ser niña, Catalina,

Libre, independiente, rebelde,

conjura de mapuche y huinca

Levantada como una espada para atravesar al verdugo



Y queda en el cielo tu nombre, tu honra recuperas

Y la vida se cuela por tu historia hidalga

Sin que nadie ose tocar tus bienes

Sin que ningún obispo profite de tus tierras

Sin que ningún zángano inquisidor

beba el vino libre de tus campos


Eres heroica Catalina de los Ríos,

la vida hoy te aplaude a la distancia

y queda embelesada por tu coraje


Con tu verdad en ristre,

luchando contra el sistema,

revolucionando la colonia,

sembrando semillas de libertad

en la noche corrupta

que vestida de muerte

quiso pisotear tu dignidad inclaudicable.


Valiente y decidida mujer

de laica estirpe,

tu historia, corrijan los escribas


Que fluya la verdad como un puño

que sacude la bazofia

de esos sarcófagos blanqueados

que por cinco siglos

mortificaron tu memoria.


Valparaíso, Hernán Narbona Véliz,Comarca de los Poetas, abril/2010



 
 
 
  • Writer: entre parentesis
    entre parentesis
  • Mar 15, 2021
  • 2 min read

Décadas que cuesta ordenar, porque la sinrazón, las mentiras del poder, la traición, han clavado esquirlas en la humanidad de este pueblo, degradando la noble pobreza marrón del siglo pasado, cuando se vestía bototos demacrados por los inviernos, pero relucientes tras los lustrines de la decencia.

Las espaldas se curvan, los ojos buscan adoquines por instinto, a horcajadas sobre los muelles, el siglo destila sus aguardientes de fuego, adornando las peatonales con los anuncios de un titiritero, impidiendo que fluyan los volcanes marinos.

Pintarrajeando madrugadas, contando los ladridos remotos de los perros, se vienen los sueños como hojas de un block, apretadas por la ira, flotando los días parejos por la incierta canasta de escritorios desvencijados, con retazos de discursos censurados, enmudeciendo las editoriales de la cobardía, sin explicar, ahogadas las palabras que quisieron estallar como cascada, pero quedaron tiritando en el vendaval frío de lo prohibido.

Cargamos en esta larga noche entumecidas palabras que caminan en fila india hacia los acantilados del silencio. Una oración musitada apenas, levita por los barrios violentos, por los relaves ácidos de pueblos fantasmas, aves que desaparecen, dolores que los titulares se niegan a sincerar, en la ancestral mentira de los poderosos.

Valles sin zorzales, la codicia robando el agua, contaminando los mares y las arcillas. Las lágrimas son una piadosa mantilla que despeja la camanchaca, ayuda a llevar la angustia de los campanarios. Y puedes salir cada mañana al trabajo, saltando por los fétidos callejones donde perros vagos acompañan a zombies desolados por las garras del vicio.

Vamos con las pústulas de la traición en el alma, como esclavos sin memoria, negando la historia, secándonos en penas recónditas, con cicatrices de resistencia, escarbando en los diarios de vida un aliento verde que nos ayude a recuperar los sueños, utopías y ritmos de aquellas alamedas clausuradas por el miedo, por esos placebos democráticos que nos vendieron, como espejuelos brillantes, los solemnes juristas, coludidos con los pretorianos de la impunidad y la muerte, en una circense parodia de progreso y crecimiento.


Hernán Narbona Véliz, 25 de febrero de 2018.



 
 
 
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