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  • Writer's pictureentre parentesis

Trastabillando por adoquines,

en un tiempo déjà vu

rosas y patricias circulaban

como fantasmas de la calle Basterrica


Al borde de la libertad,

me descubrí en el paseo Taiba,

anclado al formalismo inquisidor

de vecinas difusas

que alguna vez fueran

protagonistas de mis fantasías


Brincando por adoquines,

quedé desubicado

en asfaltos pegajosos,

sin poder expresar mi último adiós


Nuestra amistad se trizaba

herida de distancia

No hubo ocasión para el abrazo

ni para encargarte estrellas

de allá, donde fueras


Somnoliento releí

un correo misterioso

que me anunciaba tu deceso



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  • Writer's pictureentre parentesis

Se empinaron quejumbrosos l

os lechos inconclusos

de las mujeres solas


El vejete plazolino percibió pasar

su placidez de viudas


Marchitas amapolas

pegadas al ritmo

de pulpería, parroquia,

rosario y angustia


Muy por dentro se nota

la soledad ronca

de demoradas cartas


Muy por dentro

se arrincona el alma

en la piel vibrante

que hoy es una losa


Cesaron las cantatas

de los mediodías

Mustia la jornada

se estiró en costura

Sus ojos delatan

cual un libro eterno

a otra noche en vela

que los estrujó


Sus cartas preñadas

de aquellas palabras

que siempre calló,

son la pincelada

de un amor vetusto

que no claudicó


Son fuego latente

que envía cien besos

en cada final


En algún recodo

de una calle apátrida

persignó esa carta

el madrugado aliento

de una canción.



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  • Writer's pictureentre parentesis

En el paroxismo de la ruindad

ardieron los bosques primigenios,

el humus se hizo cenizas

la brisa olorosa de los piñones

se tornó lengua arenosa,

carenando los cristales de catedrales


Los ríos perdieron sus afluentes

Los drenes hirieron las cuencas

Succionó su avaricia

el agua que bañaba generosa

chilcas y zarzamoras,

pejerreyes y truchas


Donde nacen los ríos,

máquinas amarillas desviaron sus cauces

Los glaciares se cubrieron

de polvo de tronaduras

y, sin espejos, de calor, fueron muriendo


Lenguas ácidas se apilaron por los relaves

En cianuro residual dejó su huella

el mineral dorado



El modelo pervirtió lo que tocaba

El paisaje armonioso de cigarras y mirlos

se apagó como leña cenicienta


Las cabras enflaquecidas

se comieron las vides

A borbotones, el desierto partía las quebradas


El Diablo emigró

de pueblos ancestrales

Lo había derrotado en maldad,

el patronazgo


Se le vio, ermitaño y marginado,

añorar las leyendas de Urdemales


En medio de cementos, fue uno más,

sin número siquiera,

sin ficha e ignorado,

gente de calle, pordiosero

La perversidad del hombre

lo había superado


Hasta él, ángel rebelde,

se conmovió del descalabro,

sorprendido ante el mérito inusual

de sus pupilos


El estropicio, imbécil y suicida,

superaba los manuales del averno

Inéditas resultaban

la avaricia y la estupidez, aliadas


Entonces, el Diablo buscó asilo

Destruir la obra del Padre,

era demasiado

A tanto, él no se atrevía.


Por los paralelos mundos del meta verso,

Don Luci había caducado,

Era un viejo, un anticuado



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