Poesía de Pamela Simoncelli
Ser y Estar
Tanta insoslayable
soledad sirvió… para sostener mi alma, cuerpo, cerebro y corazón…
y continuar viviendo en tu pensamiento…
pero, no me basta, deseo ser concreta, tangible
para ti, para tu vida.
Deseo ser y estar
¡No me basta,
ocupar grandes cajones en tu mente!
Quiero sentarme a tu lado…
que me invites un té…
observar las tortugas de lado a lado…
sonreír juntos por algo gracioso.
Deseo observarme en tus ojos…
Ser y estar para ti… ¡porque, estoy viva!
¿Aceptas?
O ¿debo seguir existiendo sólo en tus añejos pensamientos?
Deseo asomarme a tus laberintos…
leer tus libros…
Ser y estar.
Dicen de mí…
Dicen que soy un pobre minero…
pero, no lo creo soy más… bajé a la insondable sub-terra,
a la edad que los afortunados
aprenden las letras.
¡En fin dicen tanto! Baje a la amarga y dulce tierra,
con la curiosa mirada llena de bríos,
que se fue oscureciendo
poco a poco.
Mi madre quedó llorando…
deseaba algo mejor para mí.
¡Guardó para siempre el lápiz y
el cuaderno azul!
Y allí en esa tierra húmeda,
oscura me fui haciendo hombre.
Decía aquella maestra que nunca conocí:
“Él pese a todo conserva una frescura subterránea”.
En esa tierra adentro, que te come todo…
escuchaba el rumor secreto de los que descienden…
palabras entrecortadas, ojos brillantes queriendo
alumbrar el alma.
Todo eso quedó en las raíces
de mi corazón de niño.
Mi rostro se fue arrugando ¡Allí quedó enterrada la mía, en ésa tierra dentro, insondable!
Y allí quedó el pan, la vida, la vocación impuesta
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