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Foto del escritorPaulina Correa

Deber cívico

Actualizado: 12 abr 2022

Fue morbo de entrar en la vida de otros, cuando pidieron voluntarios me pareció fascinante.

La mujer abrió la puerta despeinada, el maquillaje corrido, una bata que apenas le tapaba el cuerpo, sentí que esto de censar era lo que yo buscaba.

Por favor tome asiento, voy a servir café, disculpe mi aspecto pero trabaje hasta tarde y nunca pensé que iba a pasar tan temprano.

La mujer me ponía una taza de café por delante, loza barata, toda la casa era pobre, había un cierto orden, almohadones de colores chillones, una copia miserable de revista de decoración.Sobre una mesita, una botella de pisco a medio vaciar y vasos.

Esto es un deber cívico, de algo servirá digo yo, porque votar, yo hace rato que no voto, me comenta la mujer.

Mientras habla se cepilla el cabello, largo, teñido de un rubio platinado. Cruza las piernas, se le ve una ropa interior mínima.

Que interesante, yo vi por televisión como era esto, las preguntas claro. Si quiere vaya llenado lo del detalle de piso y muros, no entiendo mucho de eso. En el subsidio decía sectores medios, claro que la casa no traía ni calefónt, ni llaves del agua, las tuve que poner yo.

Se levanta, enciende un cigarrillo, y con un gesto me muestra las llaves del lavaplato. La cocina está integrada a la pieza tras un mesón mínimo. No estoy seguro si coquetea, o solo es su forma de moverse, le pregunto la edad, se ve menor.



Gracias, que amable, sí, me han dicho que me veo me más joven. Hay que cuidar la imagen, es todo en estos días.

La mujer se anima y comienza a conversar, cada pregunta es seguida de una narración larga y dispersa sobre su vida.

Calculó que aún no son las once de la mañana, ella se acaba de hacer un combinado y lo toma a sorbos lentos. Con modorra va comiendo un picadillo, que parece haber quedado de la noche anterior en la mesa, me mira, pero a ratos mientras habla, parece que habla consigo misma.

De ésta comuna de toda la vida, nacida y criada. Mis abuelos vivían en la calle San Pablo pero los erradicaron, los trasladaron en camiones acá a Puente Alto, después ni iban para el centro.

En un rincón hay una foto, una familia aparece formada para la ocasión, algún lugar del litoral central. Ella me indica a una niña morena y seria, es ella, me dice que ya no viven la mayoría de los retratados.

¿Usted es funcionario o lo hace de voluntario?, ¡voluntario, que vocación!, yo a estas alturas no hago nada sin que me paguen.

En un gesto rápido se saca la bata y se pone un polerón y calzas, le ha dado frío, en el paso veo un cuerpo esbelto con varios tatuajes estratégicamente ubicados.

Le pregunto por el número de dormitorios, me mira y parece dudar ante una pegunta tan simple, se pone nerviosa.

De las piezas una es para trabajar, la otra es realmente mi pieza.

Paso al número de personas que durmieron en la casa, de manera insólita ella se rehace, toma un tono profesional y me contesta.

Anoche pasamos aquí dos personas, claro que dormir no dormimos, si usted me entiende. No, no compartimos los gastos, no.

Parece que vive sola pero igual le pregunto, es la orientación que dieron en el curso. Además percibo que la estoy llevando a un terreno que la complica, y siento un cierto placer de observar sus estados de ánimo.

Jefe de hogar, mire yo creo que acá lo que se llama hogar, no hay, si yo vivo sola. ¡Ahh bueno si insiste! , sería yo entonces, no queda otra.

Tras la respuesta los ojos toman un tono triste, y despacha el resto de la piscola de un sorbo.

Mi madre era chilena. Todavía no llegaban todos estos inmigrantes a llenar Santiago.Me suelta un largo comentario sobre las colombianas, parece odiarlas.

Cuarto medio aprobado, y no era mala alumna, el problema era que no tenía dinero para seguir estudiando y había que trabajar. Lo raro es que en la prueba de aptitud me fue mal, siempre quedé con la idea que en ese liceo enseñaban poco.

Me la imagino de uniforme, en algún liceo de la periferia, sin oportunidades desde el día uno, creyendo que aún jugaba un partido que ya había perdido.

¿Pueblo originario?, ¿usted me ve cara de algo en particular?, No, para nada.

Se ríe, la pregunta le parece más una broma que una ofensa, supongo que como a muchos chilenos. Miro la foto del rincón, cualquiera podía tener sangre mapuche.

Sí, claro que trabajé la semana pasada, como negra.

Independiente, ponga ahí independiente, claro que no boleteo, ¿pero esto no tiene que ver con eso verdad?, la descripción, a ver, ponga servicios personales, prostituta.

La miro, quedo helado, trato de darle un giro a la conversación, recurro a eufemismos pero ella no me deja.

No, no, eso de trabajadora sexual no me parece, suena a algo así como a sindicato, a comunistas, no. Yo soy prostituta, ponga ahí.

La respuesta me deja desarmado, es más intimidad que la que yo venía a buscar en este turismo social, o quizás sea lo justo para mi voyerismo.

Hijos nacidos vivos, no, que pena, no sabría decirle. Cuando niña tuve uno, pero lo entregué a una fundación que los recogía en el mismo hospital, gente muy buena.

Prende otro cigarrillo, aspira profundo, su rostro se hace más difuso.

Si, entonces yo no me cuidaba, de ahí nunca más. No, no supe más de él, así que no sabría decirle si sobrevivió.

Se produce un silencio, no acierto a continuar, busco la siguiente pregunta que me salve, una que me saque rápido de esa vida en la que me inmiscuí.

Los datos de la persona que durmió acá, eso es complicado. Es un cliente frecuente, no me parece dar su nombre.

Ustedes piensan en todo, así que le podemos poner un nombre solo para esto, que buena solución. Ya, eso, póngale Juan Sepúlveda, si es que me recuerda un novio que tuve.

Detalles de su vida no sabría decirle si.

Ha recuperado el dominio de sí misma, se levanta y yo me siento pequeño.

Si me espera un poquito voy y le pregunto. Claro pues, si está en la pieza, él siempre paga por quedarse hasta el otro día y dormir, es que tiene problemas de sueño. Yo creo que va a querer que lo censen, total con el nombre falso no hay problema.

Quiero irme, salir de ahí, de esa casa, de ese barrio, es una urgencia que no puedo explicar.

Tome, aquí le anote lo que me dijo, es sureño, de Panguipulli, quién lo diría, y resulto menor que yo, con estudios se fija, y el pobre se mata trabajando en uber. Es que se quedó sin pega, y ahora es emprendedor, como yo, pero se las arregla, hasta le da para pasar a verme.

Anoto todo con rapidez, me paro y recojo los materiales, solo quiero salir.

Un gusto, mire se hizo cortito, aquí le paso mi tarjeta por si necesita, se fija, le puse masajes y reiki, pero seguro usted se va a acordar de mi si pasa por el barrio, ahí me manda un wasap y le doy hora. Un gusto participar en el censo.

Llego a la esquina, me quedo afirmado en el poste, miro las carpetas y la dirección de la casa siguiente, veo la fachada frente a mí.

Levanto la tapa del basurero, arrojo todo, carpetas, credencial, camino sin mirar hacia atrás, a lo lejos veo un bus, hago gestos, para.Sentado, mirando por la ventanilla, respiro aliviado.

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