La pantalla del televisor muestra imágenes de la torre Entel, miles de personas ansiosas esperando por el año nuevo, nuevas esperanzas, deseos pendientes.
El pavo solitario en medio de la mesa, los cubiertos abandonados sobre los platos, una copa a medio tomar.
En un ropero dos niños pequeños se esconden bajo los colgadores, los corazones acelerados, se abrazan. En una habitación contigua una niña llora, llora sin poder parar.
El tono de la conversación ha subido, los hombres gritan, el poder lo tiene el que grita más, de palabras hirientes pasan a amenazas, dejan la mesa.
El dueño de casa quiere mostrar que ese es su territorio, avanzaba increpando a su padre hacia la salida del departamento, su madre lívida ya abre la puerta.
Pelea de jauría de machos.
El padre apela al respeto, a su edad, no hay caso, el dueño de casa lo toma de las solapas y lo arrastra hacia la salida, lo empuja, lo va a echar a golpes.
Nadie lo vio venir, de un ágil salto el adolescente, el macho más joven, se interpone entre padre y abuelo, al viejo no lo toca nadie, padre e hijo se miran desafiantes.
El hombre toma a su hijo del cuello y lo comienza a asfixiar, algo brilla en el aire, la mujer le entierra un cuchillo en el brazo al marido, mi hijo no, tras el grito de dolor se hace el silencio, los hombres quedan atónitos.
Es media noche, la mujer abraza a sus hijos, no queda nadie más en el departamento, por fin es un año nuevo.
Yorumlar